Ramatís

por los dogmas, tradiciones y principios anacrónicos que nos 

asfixian y reducen la libertad de pensar.

A consecuencia de haber recibido muchísimas cartas soli-

citando aclaraciones del modo en que Ramatís se comunica y, 

a su vez, sobre mi desenvolvimiento mediúmnico, expongo al-

gunos nuevos detalles que me parecen de utilidad para el lector.

A fin de lograr mayor éxito e influencia comunicativa con 

Ramatís, procuro siempre elevarme en intensidad posible hacia 

una alta frecuencia vibratoria de naturaleza psíquica no común, 

para poder alcanzar el plano mental o “plano búdico”, como 

lo llaman los de Oriente, en donde la conciencia de mi mentor 

actúa con toda facilidad. Consideraría una falta de sinceridad 

hacia el lector si le afirmara que no recuerdo aquello que me 

transmitió Ramatís, pues quedo consciente en medio del tor-

rente inspirativo que me fluye del cerebro durante la recepción 

mediúmnica. El mecanismo de ese fenómeno se produce, más o 

menos, de acuerdo con los conocimientos que al respecto expone 

Pietro Ubaldi en su obra Las Noures, cuando ese renombrado 

espiritualista confiesa que escribe de modo poco usual luego de 

relacionarse con una conciencia superior, la llama “Su Voz”. La 

diferencia particular, en este caso, es que Ramatís se me presen-

ta con rica vestimenta indochina y se identifica personalmente 

a través de su inolvidable mirar, y su fisonomía joven, llena de 

bondad y júbilo, mientras que Pietro Ubaldi considera su caso 

como un fenómeno de “ultrafania” y alude a la recepción de las 

“corrientes de los pensamientos que circundan el ambiente hu-

mano e intervienen, activas y dinámicas, para guiar e iluminar” 

(Las Noures, Pág. 37, Edición Lake).

Por otro lado, lo que sucede conmigo difiere un poco de la 

mediumnidad común, porque, en lugar de sufrir una actuación 

impuesta por la voluntad imperiosa del comunicante, me veo 

inducido a sintonizarme con la esfera mental del mismo espíritu 

y participar activamente del intercambio de las ideas en situa-

ción. Entonces quedo en la modesta condición de un mensaje-

ro que, después de haber oído las instrucciones verbales, debe 

transmitirlas con la pobreza de su lenguaje y la precariedad de 

su entendimiento.

El fenómeno, a través de mi mediumnidad, consigue el éxi-

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