Ramatís

se mueven como si fueran paños de seda al contacto de una 

suave brisa.

El mismo poder mental que cristaliza los ambientes anti-

cuados entre las almas letárgicas, cuando es utilizado por los 

espíritus superiores, en su más alta dinamización, crean pano-

ramas que aún deberán pasar algunos milenios para ser alcan-

zados por vosotros.

Pregunta: Cuando se desencarna, ¿no sería lógico que in-

mediatamente desapareciesen las ideas viejas del pasado, subs-

tituyéndolas por conceptos más avanzados? Encontramos algo 

antigua esa estratificación de ideas en los espíritus desencarna-

dos que se obstinan en conservar agrupaciones tan retardadas, 

cuando en la Tierra debieran haber conocido el automóvil, el 

avión y las estructuras modernas de los edificios. ¿Todo eso no 

os parece algo contradictorio?

Atanagildo: Exageráis en vuestras apreciaciones y dudas, 

pues aunque exista en vuestra patria esa estructura moderna 

en los edificios y se haga uso de vehículos rápidos, aviones a 

chorro, radiofonía, televisión, cocinas eléctricas, heladeras, ropa 

confortable, liviana y funcional, aún subsisten los países en 

donde vegetan los reyes coronados, los cortesanos seculares y 

los hidalgos conservadores, aferrados a los blasones de latas, 

condecoraciones de metal, insignias y galardones dorados, que 

las polillas continúan picando en los baúles envejecidos y las 

armaduras medioevales que el herrumbre carcome.

La propia Iglesia Romana, que tanto trabajó para divulgar 

el mensaje del Cristianismo, como doctrina libertadora de todos 

los tabúes y prejuicios terrenos, no se agota en su complicado y 

fatigante ritual, mientras que el Vaticano se rodea de una pom-

posa guardia revestida de armaduras bélicas.

¿Esa guardia no es una demostración cabal, de ciertos 

hombres que aceptaron el encargue de ejemplificar a través de 

un alto tenor espiritual, liberado de fórmulas mundanas y sin 

embargo, no pudieron librarse de las tradiciones anacrónicas de 

los siglos empolvados?

Es suficiente observar, en vuestro mundo, cómo criaturas 

llamadas para servir en puestos de responsabilidad en la ad-

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