La Vida Más Allá de la Sepultura 

la Tierra. ¿Nos cuesta comprender que los desencarnados en el 

siglo XX aún tengan que convivir en un panorama astral que es 

copia fiel del siglo XV?... ¿Estamos equivocados?

Atanagildo: No debéis generalizar el asunto, pues, circun-

dando el astral del globo terráqueo, existen muchas colectivi-

dades espirituales, cuyo padrón de vida se adelanta en algunos 

milenios   a vuestro estado actual.   Todo es cuestión de equi-

librio vibra- torio y, cuánto más se utilizan y espiritualizan los 

espíritus, tanto  más se  apartan  “interiormente”   de la  sustan-

cia  material.   Así como en el astral se agrupan almas medioe-

vales, en la Tierra existen criaturas que aunque conforman el 

padrón social, artístico, científico o técnico del siglo actual, ya 

son mentalmente adelantados en algunas decenas de años ter-

restres, pues en su intimidad  espiritual,   consiguen   alcanzar  

un padrón  vibratorio   que sólo existe en las metrópolis astrales 

más avanzadas.  Sienten con bastante anticipación, un concepto 

de la vida, que sólo en el futuro será transferido o “descendido” 

desde lo Alto hacia el plano de la materia.

Tenemos el ejemplo de Jesús, que es la entidad que alcanzó 

el más alto padrón estético de vida en el planeta y que ade-

más se pueda concebir en la vida terrena. Aunque existen co-

lonias astrales que reflejan fielmente los padrones graníticos y 

arquitectónicos de la Edad Media, habitadas por espíritus que 

se revisten hasta de armaduras y se mueven en una atmósfera 

de recordaciones sombrías, en las altas esferas palpitan otras 

colectividades, que se mueven en el seno de edificaciones recor-

tadas en el éter refulgente, en donde los colores, los perfumes y 

las luces, en divina simbiosis, componen los más sorprenden-

tes efectos sinfónicos y forman indescriptibles bordados vivos y 

melódicos, que no sólo embellecen el ambiente, sino, que predis-

ponen el alma para ingresar en las “corrientes cósmicas” y sentir 

la pulsación creadora de la vida eterna.

En el ambiente astral de las edificaciones anacrónicas, las 

almas tradicionalistas y conservadoras se mueven esclavizadas 

por el pasado, llegando hasta utilizar animales para su trans-

porte, mientras que las agrupaciones más elevadas, se mueven 

por medio de la volición, o sea la fuerza mental, con la cual 

impulsan sus periespíritus llenos de diáfana luminosidad, que 

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