Ramatís

Pregunta: A través de esa comparación, queréis decir, que 

las criaturas virtuosas, aunque sean mentalmente atrasadas, 

siempre se ajustarán a las comunidades adelantadas. ¿Debemos 

interpretarlo así?

Atanagildo: Las virtudes superiores, como la bondad, la hu-

mildad, la tolerancia y la renuncia, que encaminan a las almas 

hacia las comunidades como las del Gran Corazón, no siempre 

consiguen liberar al individuo de las formas arcaicas que aún 

pueden dominar la mente de ciertos desencarnados. Cuántas 

mujeres terrenas que son buenísimas y serviciales, resisten va-

lerosamente las innovaciones de la cocina moderna, prefiriendo 

el fuego común de leña, desdeñando la cocina de gas o electrici-

dad. En realidad, lo que sienten es miedo por las cosas nuevas, 

pues son esclavas a las tradiciones y a las cosas viejas o a las 

únicas que les son familiares, porque vivieron mucho tiempo en 

contacto con ellas. Les duele en el alma ese cambio de simpatía 

por las cosas nuevas y “extrañas”, faltándoles el ánimo necesa-

rio para vencer el condicionamiento psicológico, producido por 

el trato demorado con los objetos familiares.

¿No existen acaso, ciertas criaturas, que en la Tierra, vi-

ven exclamando continuamente contra cualquier innovación y 

descubrimientos científicos, augurándoles las peores consecuen-

cias, por el solo hecho de no tener afinidad con esos eventos, que 

les perturban la rutina común y les quebrantan la tranquilidad 

tradicional de los espíritus conservadores? Sin lugar a dudas, 

que en el mundo astral, tales seres también han de ser atraídos 

hacia lugares y panoramas que vibren en perfecta sintonía con 

sus costumbres y comodidades.

Pregunta: A través de nuestro raciocinio, pensábamos has-

ta ahora, que bastaría desarrollar ciertas virtudes para evitar 

cualquier preocupación con respecto al tipo formal de ambien-

tes astrales. ¿Nos podríais dar mejores detalles de esa situación, 

para que comprendamos mejor?

Atanagildo: Para conseguirlo es muy necesario, no olvidar 

la edad de las criaturas, factor éste, que es muy importante en 

el caso de los espíritus desencarnados. Vosotros acostumbráis 

dar los mismos entretenimientos al anciano, y al niño y le exi-

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