La Vida Más Allá de la Sepultura 

astral inferior son los hombres los que mantienen el infierno, y 

lo que es peor aún, lo hicieron más patético en relación al tra-

dicional escenario impuesto por la religión. El acontecimiento 

se vuelve más grave aun para nuestras concepciones más avan-

zadas, porque se termina también la vieja idea espiritualista de 

que después de la muerte deberíamos vivir sumergidos en un 

estado íntimo de completa introspección espiritual, gozando 

en un cielo o en un infierno adaptado a nuestras mentes de 

desencarnados. Por eso conviene repetir lo que otros espíritus 

manifestaron anteriormente con mucha sabiduría: “La muerte 

del cuerpo es apenas el cambio de lugar por parte del espíritu”.

Conforme ya hemos explicado, Atanagildo es un espíritu 

que vivió varias veces en Grecia, y no estamos autorizados a 

dar detalles de su pasado, pero está influenciado por las encar-

naciones griegas, de las cuales sabemos que la más importante 

fue entre los años 411 y 384 antes de Cristo.

En esa época se encontraban en ebullición los principios y 

tesis manifestados por Sócrates, Platón, Diógenes, y más ade-

lante cultivados por Antístenes, en cuya época también vivía 

Ramatís bajo la figura de un conocido mentor helénico, que 

enseñaba entre discípulos ligados por una gran afinidad espi-

ritual. He aquí el por qué al lector no le han de extrañar cierto 

humorismo y dichos satíricos por parte de Atanagildo, en al-

guna de sus respuestas, lo que podría considerarse como cierta 

irrespetuosidad hacia algunos credos dogmáticos, cuando eso es 

aún el producto psicológico de la vieja irreverencia de los grie-

gos de su época, acostumbrados a ironizar a las instituciones 

demasiado sensatas y dramáticas. Cuando se refiere al infierno y 

a los perjuicios ocasionados por la estrechez religiosa oficial, in-

tercalados en sus respuestas hacia ciertas conclusiones de tono 

humorístico, no lo hace con finalidad graciosa y espontánea, 

sino para agudizar en el lector su interés y raciocinio sobre la 

procedencia y el ridículo que se oculta en ciertas ideas y prác-

ticas absolutas e impropias, con respecto a nuestra evolución 

mental en el siglo XX.

A nuestro modo de pensar, basta a veces la emisión de un 

concepto divertido, pero inteligente, para que ocasione el miste-

rioso “estallido” que elimina de nuestro cerebro el polvo dejado 

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