La Vida Más Allá de la Sepultura 

físico, los espíritus debían modificar su visión psíquica, com-

prendiendo, que las formas del mundo terreno significan esta-

cionamientos provisorios, de rápido aprendizaje espiritual. ¿De 

ser así, no se justificaría la existencia de esas comunidades anti-

guas, en el Astral, no es verdad?

Atanagildo: Eso no puede ser, porque la muerte del cuer-

po no es una fuente de omnisciencia, ni diploma de santidad; 

el espíritu desencarnado es acreedor a sus propias creaciones 

mentales, en conformidad al contacto que haya tenido con los 

elementos buenos o malos de la vida educativa del mundo terre-

no. Es por eso, que existen agrupaciones astrales que permane-

cen aferradas a los sistemas medioevales, en donde los castillos, 

los puentes rústicos, el transporte mular, de camellos, bovinos y 

las moradas pintorescas, recuerdan al paisaje de las narraciones 

románticas y las aventuras de capa y espada, del pasado.

De esa forma, esas colonias sirven para determinadas can-

tidades de espíritus excesivamente conservadores, que se ins-

talan allí, aferrándose vigorosamente a su pasado, sintiéndose 

incapaces para equilibrarse dentro de los ambientes modernos 

y de cultivar relaciones, que son demasiado dinámicas para su 

psiquismo retardado. Sé muy bien que estas descripciones os 

parecerán incongruentes y producto de un cerebro fantasioso; 

mientras tanto, en vuestro propio mundo material, podéis com-

probar, que en un mismo lugar y ambiente, viven espíritus de 

completo antagonismo mental. El avaro, por ejemplo, ¿no es un 

desajustado con el progreso cotidiano? Sí, pues vive completa-

mente aferrado al anacronismo de una vida primitiva, al tratar 

de esconder su fortuna y aislarlo de todas las innovaciones o co-

sas que puedan inducirlo a tener gastos inesperados. Al desen-

carnar, ese avaro no lograría equilibrarse en un lugar de aspecto 

avanzado, para lo cual no se preparó, ni tampoco sería lo justo, 

para aquel que se encuentra apresado a sus recelos de las pér-

didas y a las preocupaciones exclusivamente utilitaristas Cuan-

do desencarna el avaro transfiere hacia el Más Allá su mundo 

íntimo, lleno de desconfianzas y de usura, quedando impedido 

de vivir tan amplia y desahogadamente como viven los otros 

espíritus que no tienen restricciones para el medio que habitan.

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