Ramatís

corteza terrestre, se edifican grandes campamentos y hospita-

les de emergencia, en vísperas de producirse alguna tragedia 

colectiva en aquellas zonas geográficas de la Tierra, tales como 

guerras, revoluciones o catástrofes causadas por convulsiones 

de la Naturaleza.

Pregunta: ¿Tuvisteis ocasión de observar desde el plano as-

tral, el desarrollo de algunas de esas catástrofes colectivas?

Atanagildo: Pude apreciar los efectos dantescos de cierta 

revolución ocurrida en la América del Sur, entre hombres del 

mismo país; los muertos llegaban a formar montones y se en-

contraban en una desesperante situación espiritual. Se les ob-

servaba en el aura de color escarlata brillante, bastante man-

chada, de donde se desprendían llamas de fuego generadas por 

el odio que les ganaba el corazón. Relámpagos fulgurantes, de 

color sangre, surcábanles la envoltura del aura conturbada des-

pués se les podía ver algunos filetes formados por las repulsivas 

toxinas, que se deslizaban por el periespíritu agitado, parecidas 

a hilos de lodo, deslizándose sobre tejidos vítreos

De vez en cuando, en medio de aquellos espíritus alucina-

dos —que eran recogidos rápidamente por los espíritus enfer-

meros y encargados de esa tarea desencarnatoria— se percibía 

en algunos, cierta claridad espiritual. Entonces, podía descubrir, 

que se trataba de espíritus caritativos, que habían desencarna-

do con el fragor de la metralla debido a un extremado servicio 

de socorro hacia los beligerantes y no por interés partidario. En 

otra oportunidad, observé algunos grupos de almas tranquilas, 

que se unían aparte, bajo la ley de afinidad espiritual. Eran se-

res que habían sido obligados a compartir la lucha fratricida, 

pero estaban exceptuados del odio, porque preferían morir an-

tes de matar a su adversario.

Éstos, poco a poco se engalanaban con una suave luz y eran 

sustentados por otros grupos de espíritus auxiliares, rápidamen-

te, bajo un mismo diapasón de júbilo se elevaron como plumas 

al viento y sus figuras, sin angustias ni pesares, se fundieron en 

un aura luminosa, dirigiéndose hacia sus planos venturosos.

Pregunta: Pensamos, que después de la muerte del cuerpo 

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