Ramatís
de la sustancia adversa y agresiva por su tenor magnético, pro-
ducido por la humanidad desordenada, restringen su vuelo más
alto, prefiriendo acatar el sufrimiento en esos pantanos, con el
fin de servir a los espíritus infelices. Después de cumplir esas
abnegadas tareas, precisan tratamientos especiales para drenar
los tóxicos saturados por la organización delicada del periespí-
ritu, tal como hacéis vosotros para eliminar de vuestra ropa, las
manchas de sustancias deletéreas.
Pregunta: Pensamos, que el espíritu cuando es evolucionado
podría inmunizarse mejor contra las agresiones del medio am-
biente. ¿Esos heroicos desencarnados no podrían actuar en esos
charcos agresivos, sin que les afectara su envoltura superior?
Atanagildo: La inmunidad contra el medio, proviene de la
evolución espiritual, y debe entenderse en la esfera moral, pues,
en la material no se puede eliminar las reacciones naturales y
disciplinadas por las leyes correspondientes a cada plano de
vida. Debéis saber, que las almas superiores, que actúan en re-
giones tan agresivas “descienden” vibratoriamente hasta el nivel
de las reacciones energéticas del medio inferior, por cuyo moti-
vo, quedan sujetas a los impactos de las fuerzas que manosean.
Así como no podéis encerrar el rayo de luna en una vasija de
barro, ningún espíritu superior podrá actuar directamente so-
bre los planos astral y material, más bajo de su vibración tónica,
si no reduce esa misma vibración.
Es evidente, que después de ese “descenso” vibratorio el es-
píritu ha de quedar a merced del medio en que le toca actuar,
a semejanza de aquel que “cae” magnéticamente en un plano
inferior por efecto de su peso específico y simpático al ambiente
vibratorio. Es lógico entonces, que por más delicado que sea el
traje del caballero, no se librará de los rasguños que han de pro-
vocarle las espinas de las plantas salvajes, cosa que podrá evitar,
si lleva un saco de cuero. ¿No es la mariposa, una manifestación
más delicada que la del sapo? ¿Qué podría hacer esa mariposa
sumergida en el charco putrefacto de los pantanos, en donde el
batracio vive tan alegremente?
Pregunta: ¿Cómo pueden esas colonias volverse agrada-
160