Ramatís
Atanagildo: Sí, su fundación nos recuerda a lo sucedido con
las grandes metrópolis terrenas, con sus edificios modernos, su
iluminación y jardines atrayentes y que también se originaron
en medio de las regiones salvajes y peligrosas.
Hoy, los moradores de la metrópoli y los que nos visitan se
deslumbran ante la belleza de la vegetación, creada como por
manos de hadas, pero ignoran el inmenso sacrificio y abnega-
ción que costó a sus fundadores crear un núcleo de ese tono de
educación y socorro espiritual.
Pregunta: ¿La metrópoli del Gran Corazón es una comu-
nidad elevada con relación a otras colonias de espíritus, de las
cuales tenemos conocimientos a través de diversas obras me-
diúmnicas y en donde se recogen almas perturbadas?
Atanagildo: En base al progreso incesante del espíritu hu-
mano, las comunidades transitorias del mundo astral, también
evolucionan después que se dedican a los servicios aflictivos y
de auxilio. En verdad que nuestra metrópoli, en la actualidad,
es una agrupación venturosa y con características educativas,
que se ocupa de los espíritus más seleccionados, provenientes de
la Tierra, y además tiene una perfecta atención para los espíri-
tus que se encuentran con problemas particulares en sus almas
afligidas y perturbadas en el astral, después de la travesía em-
prendida al desencarnar.
Nuestra colonia posee departamentos correctivos y de ayu-
da espiritual que están situados en las zonas abismales, lejos
de la comunidad y sin relaciones que la liguen, que pueda per-
turbar su padrón vibratorio. Innumerables equipos de trabaja-
dores, encargados de la renovación de esos espíritus infelices,
trabajan allí en dispensarios y hospedajes supervisados por la
metrópoli, impulsándolos, para que encuentren el camino de
su transformación y logren su elevación y progreso en nuevas
comunidades astrales.
Como todas las metrópolis, se iniciaron con un simple nú-
cleo de espíritus que atendían las actividades de ayuda hacia
los espíritus sufrientes del astral inferior, sufriendo el terrible
bombardeo mental de las almas delincuentes y la degradación
aportada por los encarnados; mientras tanto por el servicio sa-
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