La Vida Más Allá de la Sepultura 

espiritual de servicio en el Más Allá. En su última encarnación, 

en Brasil, era devoto a los trabajos espiritualistas, había partici-

pado en algunos movimientos esotéricos y espiritistas, en donde 

exponía siempre la trayectoria de su espíritu y la dedicación al 

socorro del prójimo, pero sin dejarse dominar por exclusivis-

mos o segregaciones asociativas. Se reveló siempre como una 

criatura jubilosa y en el esfuerzo por servir en los experimentos 

y doctrinas ajenos a todos los que trabajaban devotamente para 

el bien del espíritu humano.

Desde los primeros contactos que tuvimos con su espíri-

tu, se nos reveló jovial y a veces jocoso en sus apreciaciones 

sobre los dogmas religiosos ya envejecidos, siendo de notar el 

sentido constructivo de sus respuestas, las cuales están excep-

tuadas de dramaticidad y recogimiento espirituales. Además de 

su propensión liberal, nunca tuvo exigencias de orden personal, 

ni pretendió trazar fórmulas para nuestros trabajos, evitando 

entorpecimientos en las indagaciones que le hicimos. Su modo 

ecléctico es común a todos los discípulos, admiradores y a la 

mayoría de los lectores de Ramatís, que en número de algunos 

millares permanecieron mayor espacio de tiempo reencarna-

dos en Oriente, bajo la visión protectora de la “Fraternidad del 

Triángulo”.

No tenemos dudas de que esa modalidad ecléctica puede 

sufrir censuras por parte de algunos espiritualistas muy seve-

ros, que alegarán que la mezcla siempre sacrifica la cualidad 

iniciática de cada doctrina o credo. Sin embargo, no se trata 

de contrariar las ideas de cada sistema doctrinario religioso. El 

espíritu de esa “mezcla” supera los celos en materia de religión 

ode espiritualidad, manteniéndose dentro de sus expresiones

elevadas de amor, respeto y tolerancia, que en esencia son las 

bases elevadas de todas las doctrinas y religiones que trabajan 

por el bien humano. Indudablemente, demostraríamos una pro-

funda falta de comprensión si censuráramos a nuestros herma-

nos por el hecho de no adherirse incondicionalmente al círculo 

de aquello que nosotros gustamos y amamos con exclusividad.

Es muy probable que, en virtud de la franqueza, sin gra-

duaciones psicológicas, con que Atanagildo hace sus revelacio-

nes sobre el mundo astral o que a su fantasía religiosa, pueda 

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