Ramatís

tablecido por Dios, seréis rectificados por otro ritmo severo y 

opresivo o si mejor queréis, lo podréis denominar como el anti-

cipo del “efecto” o la reacción que vosotros mismos generásteis 

en el pasado. Todo eso, ¿qué importancia tiene para el deter-

minismo absoluto de Dios, que siempre es Ventura Eterna? Os 

importa a vosotros mismos; ¿no es verdad?

Pregunta: Sabéis perfectamente, que tenemos dificultad 

para distinguir con éxito lo que es el bien y lo que es el mal. 

¿Por eso, seremos castigados?

Atanagildo: Vuestras vidas, a pesar de regirse por el me-

canismo del dolor y del sufrimiento físico aumentado por las 

vicisitudes morales y económicas, también tienen expresiones 

de alegría, de paz y de ventura plasmadas en diversiones y goces 

comunes. Transcurrido el tiempo necesario para que el espíritu 

se libere de la materia y acepte el vuelo definitivo hacia las re-

giones excelsas, debe tener presente que todos los sufrimientos 

y tropiezos registrados en sus jornadas en los mundos físicos, 

significan etapas educativas del proceso que demanda el creci-

miento angélico.

Entonces, el mal es comprendido por el alma, como un es-

tado de resistencia espiritual que se opone a su ascensión y deja 

de considerarlo como castigo en base a los pecados cometidos 

en contra de la moral divina.

De ese modo se justifica el dicho tan popular, que dice: 

“Dios escribe derecho por medio de líneas torcidas”. Cada he-

cho o cada acto que se registra en la trayectoria de la vida del 

espíritu, por más inocente o errada que parezca a la moral hu-

mana, siempre ha de ser una experiencia saludable, en donde 

participa la conciencia del espíritu eterno.

Pregunta: ¿Podríamos saber, cuál fue el motivo principal 

de vuestro acercamiento con Cidalia del cual resultó vuestro 

noviazgo, interrumpido más tarde por vuestra desencarnación? 

Si había un determinismo en ese encuentro en la Tierra, seguro 

que existiría también algún objetivo secundario; ¿no es así?

Atanagildo: Indudablemente, mi encuentro con Cidalia en 

mi última existencia fue solamente una coincidencia fortuita. Ac-

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