La Vida Más Allá de la Sepultura
tud negligente y animalizada e hipnotizada por los sentidos de
la carne, por ser una criatura que investiga, estudia y desata con
asombro las ataduras dogmáticas que aíslan del mundo y de los
seres, resulta casi siempre, un héroe que surge de la pobreza, en
ambientes atrasados y hasta enfermos, para volverse un alma
calumniada, perseguida e incomprendida. No es extraño que así
suceda, pues, es un alma liberada de los dogmas, tabúes sagra-
dos o explotaciones religiosas, que produce, trabaja, renuncia,
estudia y sacrifica en la seguridad de que “cuando el discípulo
está pronto, el Maestro siempre aparece”.
La riqueza del mundo, muy valiosa para ayudar a aquellos
que procuran la seguridad y el confort material, se vuelve inne-
cesaria en el lugar que predomine la sabiduría del espíritu. En
busca de la Verdad, Buda abandona los tesoros de la tierra para
encontrarlos bajo un árbol de higuera; Pablo de Tarso cambia
el diploma académico por el rudo trabajo de tejedor; el Bautista
surge del bosque y viste la piel rústica del animal salvaje; Fran-
cisco de Asís ilumina el siglo XIII, cubierto de un sencillo hábito
y finalmente, Jesús nace en un establo de animales malolientes.
Pregunta: ¿Cuáles fueron los principales factores que con-
tribuyeron a vuestra tranquilidad espiritual y eliminaron el me-
dio en vuestra última encarnación?
Atanagildo: Conforme os informé anteriormente, todo lo
ocurrido durante mi última desencarnación no duró más de
cinco minutos, en cuyo tiempo se produjo mi completa libera-
ción de la carne y sumergí la conciencia en el provisorio olvido
individual.
En realidad, fueron mis racionicios sensatos, confortadores
y provenientes del conocimiento de una alta espiritualidad, los
que me evitaron el miedo y el pesimismo, muy común a los es-
píritus que atraviesan la vida material, indiferentes de su propia
suerte. También es cierto, que durante mi desencarnación fui
atendido afectuosamente, pero no gocé de protecciones indebi-
das como se acostumbra en el mundo material, en los medios
políticos y de interés humano.
Recibí el cariño y la protección de un grupo de almas tier-
nas y pacíficas, que deseaban tributarme su reconocimiento por
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