La Vida Más Allá de la Sepultura 

terrenas, que son comunes en el drama de la familia humana. 

Esas hostilidades se registran, porque el parentesco en la Tierra, 

apenas esconde a las almas adversarias que la Ley del Karma 

ligó a la misma sangre y carne, por no haber aprendido todavía, 

a comprenderse mutuamente. ¿De qué vale entonces, llorar al 

cuerpo que se pudre en el seno de la Tierra, cuando aún no se 

aprendió a amarse en espíritu?

Pregunta: ¿En el caso de vuestra desencarnación, no podéis 

dejar de reconocer, que vuestros familiares sufrieron sincera-

mente la desesperación; no es así?

Atanagildo: Sin lugar a dudas, pues mis familiares aún no 

poseían los conocimientos espirituales conque yo me beneficia-

ba y que con toda honestidad, no creían en la posibilidad de 

volver a ver. Pero, ¿con vosotros sucede lo mismo? Aunque seáis 

espiritas —que quiere decir reencarnacionistas— y acompañéis 

mis pensamientos a través del escrito del médium, tened la se-

guridad absoluta que sois inmortales y que estaréis vivos, en el 

Más Allá, ni bien os separéis de vuestra familia terrena. ¿No es 

verdad? Auscultad bien en lo íntimo de vuestras almas y llega-

réis a la conclusión   que   aún guardáis  cierta incertidumbre   

sobre   este aspecto si algo os manifestase al oído, que todo eso, 

no deja de ser una fantasía creada por la imaginación de un 

médium y no hecha por la comunicación de un espíritu que se 

dice desencarnado e inmortal.

¿Cuáles serán vuestras reacciones emotivas delante de 

vuestros seres más queridos, cuando se hallen inertes en un ca-

jón mortuorio, dependiendo de las agujas de un reloj para ser 

entregado a la definitiva y triste cueva de la Tierra? ¿Creéis por 

ventura, que partió hacia un mundo conocido, hacia donde de-

beréis ir también vosotros, después de algunos años, meses o 

días para volver a tener un reencuentro feliz?

En realidad, sucede, que aún creyendo en la inmortalidad 

del alma v sabiendo que la muerte del cuerpo es una transfor-

mación natural para el espíritu, aún quedáis con la duda, si vol-

veréis a encontrarlos felices v bellos en el mundo astral superior 

y que también puede darse el caso, de encontrarlos horroriza-

dos y despavoridos en el astral inferior. De acuerdo con el méto-

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