La Vida Más Allá de la Sepultura
Conforme el lector podrá observar, el texto de esta obra fue
elaborado en la misma forma de las obras anteriores, es decir
que los asuntos se desdoblan por efecto de la secuencia de las
propias preguntas. La forma arbitraria de formular pregun-
tas rápidas, después de una duda o por el interés de ampliar
la respuesta anterior, aunque favorezca al lector, nos perjudica
con respecto a la organización clara de los capítulos, pues la
mayor partes de las preguntas provoca el retorno a los asuntos
ya enfocados, obligando al espíritu manifestante a dar nuevas
explicaciones. Ese sistema, que adoptamos para nuestras tareas
espirituales y también para la composición de estas obras, fue
aprobado por el espíritu de Ramatís, que consideró el sistema
de preguntas y respuestas como el medio más accesible a los
lectores y, a su vez, causa menos cansancio en la prosecución
de la lectura.
Después que Ramatís nos dice cuál es el asunto principal
de la obra que nos va a dictar, organizamos un cuestionario de
las preguntas que nos parecen de mayor importancia, dentro del
tema general; después preparamos las preguntas que deben dar
comienzo a los capítulos previstos en la obra, las cuales se com-
pletan gradualmente con nuevas preguntas destinadas a aclarar
las dudas, las que son hechas intercaladamente al espíritu co-
municante. Mientras tanto, la mayoría de las preguntas acceso-
rias son hechas por el propio médium, que ya está habituado a
ese proceso familiar e interesante, en donde los comunicantes
no sólo le responden a las preguntas previamente preparadas,
sino que aun le aclaran las dudas que probablemente podrán te-
ner los lectores de la obra. De ahí que inspiran al médium para
que haga las preguntas suplementarias, así quedan disipadas
las dudas planteadas.
Atanagildo, al iniciar esta obra con la narración de su úl-
tima desencarnación terrena, nos favoreció muchísimo, pues la
descripción de su muerte nos dio motivos para que le formulá-
semos interesantes preguntas a Él y a Ramatís. Creemos que en
esta obra el lector conseguirá distinguir con facilidad el estilo
de Atanagildo, unas veces en tono de sorpresa, otras rodeado
de cierto humorismo, difiriendo en relación a la argumentación
filosófica y el poder de síntesis propio de Ramatís.
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