Ramatís

separación de la familia, a fin de que nos sirva de orientación 

espiritual?

Atanagildo: Cuando nuestra madurez espiritual nos permi-

te entrever las existencias pasadas, como si fueran hermosas 

perlas de color unidas por el cordón de la verdadera conciencia 

espiritual, verificamos que nuestro tradicional sentimentalismo 

humano está en contradicción evidente con las cualidades del 

heroísmo y liberación del espíritu divino que nos rige por los 

destinos y caminos del mundo planetario.

La evocación de nuestras vidas pasadas, con el consecuen-

te avivamiento de nuestra memoria espiritual, nos sorprende 

profundamente, ante los dramas exagerados que representamos 

delante de los cuerpos físicos que nos sirvieron en el pasado 

a consecuencia de la rutinaria separación de las familias con-

sanguíneas que habíamos constituido en al Tierra. Verificamos 

entonces que la muerte física es el fin de un período de aprendi-

zaje del espíritu en la carne, como sucede con las criaturas que 

terminan cada año de su curso primario, para más tarde pre-

pararse sobre lecciones de más alcance. La pérdida del cuerpo 

material no destruye el lazo de amistad ni los odios milenarios 

del espíritu, porque éste es el eterno sobreviviente de todas las 

muertes.

Cuando comprendemos la realidad de la vida espiritual, 

nos reímos por las veces que hemos llorado sobre los cuerpos 

de carne de nuestros familiares terrenos, comprendiendo que 

sólo fueron vestimentas provisorias, que tuvieron que devolver 

periódicamente al guardarropa prosaico del cementerio. Y no 

dejamos de sonreír cuando observamos que nuestros parientes 

también lloraron desconsoladamente durante nuestra entrega 

del traje de nervios, músculos y huesos a la sepultura de la Tier-

ra. Es un llanto milenario que las criaturas de todas las razas 

entregaron junto a los lechos de los enfermos y sobre los sepul-

cros carcomidos, en la crasa ignorancia de la realidad espiritual. 

La muerte es la liberación, y la tumba, el laboratorio químico 

que devuelve a la circulación a las moléculas cansadas por el 

uso. Cuando mayor es la ignorancia del alma, en lo tocante a la 

muerte física, tanto más crítica y dramática se volverá la hora 

en donde la criatura debe devolver el cuerpo prestado v recla-

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