Ramatís
Pregunta: ¿Nos podéis dar un ejemplo más sencillo para
poder concebir mejor ese asunto, que es un poco complejo para
nosotros?
Atanagildo: Cuando nuestras almas están dominadas por el
júbilo y la ternura de las cosas sublimes, las cosas que nos ro-
dean en la morada astral se impregnan del toque poético y emo-
tivo de nosotros mismos, ligándose afectivamente a la intimidad
de nuestro mundo espiritual. Nuestra ventura aquí no depende
de los elogios o de las opiniones agradables, consecuentes de
la admiración por aquello que nos es simpático; nuestra eufo-
ria espiritual no aumenta ante la comprobación, porque ciertas
cosas u objetos a que mucho nos apegamos sean de mucha uti-
lidad. Todo nuestro bienestar se fundamenta en las realizacio-
nes íntimas de nuestro espíritu, aunque las cosas y los objetos
que nos rodean sirvan para comprobar la exacta naturaleza de
nuestras disposiciones espirituales.
Pregunta: ¿Qué superioridad ostentan los edificios y deco-
raciones de esa metrópoli astral en comparación con las tradi-
cionales edificaciones terrenas?
Atanagildo: Lo más importante en nuestra morada astral,
con relación a la Tierra, es la genial combinación entre su arqui-
tectura y las fascinantes decoraciones proporcionadas por las
riquezas de los colores luminosos y por los maravillosos recur-
sos que la prodigalidad de flores les ofrecen.
Después del gran paseo público, en forma de heptágono,
situado en el centro principal de la metrópoli, se encuentran los
edificios residenciales, que son más numerosos a medida que se
distancian del perímetro central. Los edificios ocupan toda la
zona norte, sur y este, que conforman el principal agrupamiento
residencial de la ciudad, mientras que los departamentos e ins-
tituciones educativas, científicas o artísticas se encuentran por
toda el área de la zona oeste, formando un extenso triángulo
que se confunde con el horizonte astralino.
Esos predios, palacios o instituciones no se agrupan bajo
una misma rigidez geométrica, ni forman interminables hileras
de fachada que marcan apretadas calles, como suele suceder en
la Tierra; son construidos en grupos aparte, en forma capricho-
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