Ramatís
otro ser espiritual, por ese motivo, juzgué de interés e importan-
cia que a través de mi sencilla mediumnidad se pudiese conocer
algún aspecto más sobre este asunto.
Al principio pensábamos que Ramatís nos relataría las im-
presiones y acontecimientos que acompañaron la desencarna-
ción, de su última existencia en la Indochina; mientras tanto,
más adelante, comprendimos que eso era impropio y de poco
provecho para nosotros, por tratarse de un espíritu que no vive
habitual-mente en colonia alguna que esté situada en el astral
de Brasil, y porque su proceso desencarnatorio, ocurrido hace
casi mil años, en Oriente, no nos ofrecería un asunto apropiado
a nuestras costumbres y reflexiones occidentales.
Ramatís actúa al mismo tiempo en varios sectores del am-
biente astral, y su desapego a las ideologías o agrupaciones ais-
lacionistas, religiosas o filosóficas, no sólo lo coloca en el seno
de los más variados movimientos ascensionales de los espíritus
desencarnados, sino que aun le favorece el contacto afectivo que
realiza, durante sus actividades espirituales, con el planeta Mar-
te. Considera inoportuna la idea de rememorar los detalles de su
lejana desencarnación, ocurrida en la Indochina, a la vez que no
reviste situaciones dogmáticas o dignas de mención para nues-
tras indagaciones. Se excusó de esa tarea, pero nos prometió
presentarnos oportunamente a otro espíritu amigo, desencar-
nado en Brasil, para que nos describiera lo que deseáramos y
que fuera también bastante capacitado para narrarnos algunos
acontecimientos importantes registrados en su morada astral.
Ramatís, mientras tanto, nos propuso la cooperación máxi-
ma en la obra, a la vez que asumiría la responsabilidad por los
comentarios que le fuesen solicitados con referencia al asunto
expuesto por la otra entidad. Pasado un tiempo, se nos presen-
tó la oportunidad y recibimos la visita de Atanagildo, espíritu
íntimamente ligado al grupo dirigido por Ramatís, del cual fue
su discípulo algunas veces, principalmente en Grecia, en donde
también vivieron algunos de los hermanos que actualmente han
cooperado en la revisión y divulgación de estas obras.
En su última encarnación, Atanagildo habitó en Brasil en
una región que prefiere guardar en el anonimato, a fin de evitar
cualquier indiscreción alrededor de su familia terrena.
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