Ramatís

También me sentí deslumbrado delante del soberbio y ce-

lestial panorama que me deparó la desencarnación al quitarme 

los ojos físicos, pues aunque éstos presten un excelente servicio 

en el transcurso de la vida material, no consiguen revelar la 

belleza del astral superior, que se sitúa en un campo vibratorio 

mucho más sutil.

Muchas almas de muy buena reputación espiritual confie-

san que después de la desencarnación les parecía vivir en un 

cuarto oscuro, para recibir más tarde una prodigiosa luz que les 

descubrió un magnífico panorama principesco, lleno de las más 

deslumbrantes dádivas celestiales.

Nosotros aquí tenemos inmensa piedad para los científicos, 

filósofos y sabios terrenos, que afirman enfáticamente que no 

existe nada después de la muerte del cuerpo. Ellos encuentran 

que la vida real es aquella en donde se notan las formas pasa-

jeras del mundo terreno. Pero, cuando retornan al astral muy 

grande ha de ser su humillación al comprobar la falsedad de esa 

concepción tan infantil.

Pregunta: ¿Cómo véis al sensitivo en este momento, que 

recibe vuestro pensamiento y lo pasa al papel? ¿Qué tipo de 

visión tenéis en este momento?

Atanagildo: Os repito, mis ojos no están adheridos a la vi-

sión limitada del mundo material, que ésta, a su vez, está sujeta 

a la luz artificial o solar. La luz que me rodea es muy diferente 

e ilumina todo desde su interior, por cuyo motivo puedo pene-

trar hasta lo más recóndito de vuestras almas, inclusive a la del 

médium que me sirve en este momento. Cuando miráis a un 

hombre en vuestro mundo físico, sólo lo veis en su configura-

ción exterior, porque la luz solar o artificial se derrama sobre 

sus contornos. Es suficiente que se haga la noche para que no lo 

veáis más, salvo si usáis la luz artificial. Así, como vuestros ojos 

sólo pueden observar lo que la luz material ilumina, nosotros 

vemos todo gracias a la luz interior que hay en todas las cosas y 

también en nuestra propia organización periespiritual.

Yo veo al médium en este momento no como él es para vo-

sotros, sino como era antes de reencarnar y cómo será después 

que abandone su cuerpo en una sepultara ahí en la Tierra. Lo 

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