La Vida Más Allá de la Sepultura
éste ya es energía degradada. Si queréis saber por qué motivo
en nuestro mundo astral aprovechamos las energías más puras
del Sol, lo comprenderéis fácilmente, porque mientras vosotros
recibís los rayos caloríferos que se filtran a través del “biombo”
atmosférico de la Tierra, nosotros recibimos directamente del
Sol su dinámica luz, es decir, en su fuente más natural.
Pregunta: ¿Podría considerarse que los ojos de la carne son
para el mundo espiritual lo que las antiparras tienen por fun-
ción para la luz material?
Atanagildo: Vuestros ojos, propiamente dicho, no son an-
tiparras de la realidad espiritual; muy al contrario, significan
apreciados órganos que os permiten la visión grosera del pla-
no de la materia. No debemos olvidar que los ojos carnales no
son los reductores de la verdadera visión del espíritu, ni causan
perjuicios al entendimiento de los mundos interiores, pero son,
en realidad, el resultado de los más avanzados esfuerzos de la
naturaleza terrena a fin de que podáis tener nociones sobre el
mundo físico, que es tan necesario para el aprendizaje sideral.
Cuando yo poseía los ojos materiales y actuaba en el mundo
de la materia, me servían de escuela para mi alma reencarnada;
sólo podía ver a los seres y a las cosas desde el momento que es-
tuvieran iluminadas por la luz exterior del Sol o la creada por el
hombre. Como hombre físico no conseguía ver en la oscuridad,
no tenía siquiera el privilegio de que gozan los gatos y otros
animales e insectos... Es por eso que los ojos del hombre nece-
sitan de la luz exterior en la medida que le fue dado para poder
cumplir con su función vital. Pero ni bien dejé el cuerpo físico
quedé sorprendido por la precariedad de los ojos carnales y con
la maravillosa capacidad visual del espíritu desencarnado, que
se sirve especialmente de su voluntad entrenada para satisfacer
sus anhelos. Si vosotros utilizaseis los anteojos con vidrios muy
oscuros para contemplar los paisajes pintorescos y llenos de sol
de la ensenada de Nápoles, Guanabara o Florida, es lógico que
tuvierais una impresión oscura y pobre de la realidad; mientras
tanto, si os quitáis los anteojos oscuros quedaréis sorprendidos
delante de las indescriptibles bellezas que os ofrecería la visión
más clara.
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