Ramatís
tral. Comenzando por el Sol de nuestro sistema, cada planeta
oasteroide posee una atmósfera de fluido astral que lo envuel-
ve en conformidad a volumen, rotación y edad sideral. De ese
modo, la Tierra requiere del Sol las energías que le nutren la
vida física, al mismo tiempo que su esfera astral e invisible, bajo
un considerable dinamismo, exige a su vez las energías que pre-
cisa para su vida interior.
En los cursos educativos de nuestra metrópoli he aprendi-
do que los espíritus que finalizan sus reencarnaciones en la Tier-
ra y terminan su educación en el mundo astral, pasan hacia otro
plano aún más interior, denominado “mundo mental concreto”,
en donde existe una materia mental de tal sutileza, que res-
ponde instantáneamente a aquello que piensan y desean. Nos
explican entonces que ese mundo mental concreto está más allá
de la naturaleza vibratoria del mundo astral, así como nuestra
esfera astral también se encuentra mucho más allá de los fenó-
menos de la Tierra. El Sol, como centro de vida y sustentáculo
de nuestro sistema, continúa alimentando a todos los mundos
“interiores” de la vida espiritual, así como da vida a la superficie
terrestre, pero a cada uno conforme a las energías correspon-
dientes a sus medios de vida. Aunque el Sol sea uno solo, hay un
Sol físico para la Tierra física, un Sol astral para el mundo astral
y un Sol mental para ese mundo mental concreto que os cité.
Pienso que el ejemplo del agua caliente, perfumada y mag-
netizada os puede dar la idea de tres estados diferentes en un
solo cuerpo: calor, perfume y electricidad en el elemento agua
en una graduación cada vez más delicada, así como la manifes-
tación del Sol físico es más grosera que la del Sol astral y éste a
su vez más rudimentario que el Sol mental concreto.
Es por eso que en la metrópoli del Gran Corazón nosotros
absorbemos la luz del Sol en su manifestación más pura y diná-
mica, porque también nos movemos en un mundo de energías
semejantes, como es el mundo astral. Os aseguro que la ciencia
terrena ya no tiene más duda de que el Sol es un foco de luz
antes que de calor; esa luz es la que se transforma en calor ni
bien encuentra resistencia en el “biombo” de la atmósfera terres-
tre, llegando hasta vosotros en forma de rayos caloríferos. Así,
la energía pura y dinámica del Sol es la luz y no el calor, pues
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