La Vida Más Allá de la Sepultura
sólo veréis agua y apenas notáis su forma incolora, pues si qui-
sierais sentir la temperatura, el perfume y el magnetismo o el
sabor os tendríais que valer del tacto, del olfato y del paladar.
Mientras tanto, si mi espíritu desencarnado estuviera presente
haría uso de la facultad que os describí a través de mi periespíri-
tu, captando simultáneamente las diversas sensaciones conteni-
das en el vaso de agua, usando mi voluntad para la percepción
de los variados fenómenos allí existentes. Existe esa diferencia,
porque los cinco sentidos del hombre no dejan de ser ventanas
vivas, o aparatos accesorios, que deben transformar los diversos
fenómenos del mundo exterior en una vibración que el espíritu
desencarnado puede recibir directamente, mientras que el hom-
bre no lo puede hacer. Por lo tanto, es evidente que en posesión
del cuerpo físico o librado de él, el verdadero receptor de todas
las sensaciones y fenómenos del mundo físico o astral es el pe-
riespíritu. De ese modo, aquello que percibimos con dificultad
cuando estamos encarnados, lo podemos captar directamente
y sin los sentidos físicos intermediarios cuando estamos desen-
carnados.
Pregunta: ¿Tenéis, por ventura, otra concepción del Sol,
debido a que poseéis una visión más perfecta que la nuestra?
Atanagildo: El Sol que veis en el firmamento y que os ca-
lienta con sus rayos caloríferos, es el mismo que baña a las co-
lonias y ciudades astrales existentes alrededor del globo terrá-
queo; mientras tanto, para vosotros es un astro de acción más
física, mientras que nosotros lo sentimos interiormente, esto es,
en su plenitud astral. Nuestro ambiente, por ser totalmente de
sustancia astral, dispensa de la acción física del Sol, pero recibe
sus energías astralinas, a fin de poder cumplir con los objetivos
de renovación espiritual de los desencarnados.
Pregunta: ¿Cómo debemos entender esa diferencia que
existe en la acción del Sol en vuestra metrópoli, en base a nues-
tros conocimientos?
Atanagildo: Creo que no es extraño a vosotros que todo
el Cosmos se encuentra interpenetrado por una energía que se
condensa alrededor de los planetas, en forma de sustancia as-
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