Fisiología del Alma
te calmante para los nervios. ¿Cómo podéis explicar ese hecho?
RaMaTÍS: – Muchos de los llamados “grandes hombres”
de la Tierra, aunque se destaquen admirablemente en los sec-
tores científicos, académicos o artísticos de vuestro mundo, aun
pueden ser víctimas de peligrosas pasiones y convertirse en es-
clavos del mundo astral inferior. lo que menos sabe el hombre,
es conocerse a sí mismo; y sobre esto, no podéis tener dudas. los
“grandes” de la espiritualidad, casi siempre son los más humil-
des de la Tierra, manteniéndose libres de cualquier vicio o cosa
que pueda esclavizarles el espíritu al yugo de las pasiones ani-
males. además de ser humildes, heroicos o serviciales cuando
están encarnados, son muy celosos de su integridad espiritual.
Como no hay privilegios en el curso evolutivo del alma para
el logro de su ventura sideral, “a cada uno le será dado según
sus obras”, y aunque algunos fumadores inveterados sean cria-
turas de nobles sentimientos, no podrán eximirse de la acción
nociva del tabaco en sus periespíritus, ni del deseo vicioso des-
pués de la muerte del cuerpo material.
PREGUNTA: – Hemos leído, también; que Rudyard Ki-
pling, el insigne autor del maravilloso poema “Si”, además
de ser un fumador inveterado, acostumbraba decir que “un
buen cigarro, aunque sólo dure media hora, nos envuelve en
humo inigualable”. ¿No os parece digno de consideración que
cerebros de tanto talento estimen el tabaco?
RaMaTÍS: – aunque tal concepto pueda haber partido de
un espíritu tan inteligente como lo era Kipling, no por ello deja
de existir visible contradicción entre el hombre inspirado que
escribió el admirable poema “Si”, y el hombre común que, amol-
dado a las circunstancias del mundo, elogió el humo del tabaco.
es grande la diferencia del estado de espíritu del hombre que
compuso el inolvidable poema “Si”, comparado con el “hombre
carne” que, después, ensalza el supuesto placer concedido por
el “inigualable” humo nocivo del cigarro. el contenido filosófico
de su poema es una afirmación que el hombre verdadero es
el que se libera por completo de las convenciones del mundo,
de la mentalidad estrecha y viciada del pueblo, y sobresale por
encima de todas las vicisitudes y acondicionamientos humanos.
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