Fisiología del Alma 

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esos movimientos que el vicio guía instintivamente. es un autó-
mata vivo y tan condicionado al vicio de fumar, que en general, 
desde el momento que retira la cigarrera del bolsillo hasta que 
enciende el cigarro, cumple exclusivamente una voluntad ocul-
ta, nociva e indomable.

en consecuencia, el fumador inveterado ya no fuma; estú-

pidamente es fumado: ya no comanda su voluntad, es dirigido 
servilmente por el tabaco. el comando subvertido en su psiquis-
mo, como si se tratara de una entidad extraña, controla todos 
sus movimientos y se enseñorea de su automatismo biológico, 
para intervenir a su belplacer en el espíritu del fumador, aunque 
éste atienda otras preocupaciones. es una pérdida completa de 
la voluntad y del dominio de la criatura, pues su cuerpo físico 
se transforma en un vivo e inconsciente incinerador de tabaco.

PREGUNTA: – A través de vuestras explicaciones, dejáis 

traslucir que el tabaco se transforma en una entidad tan ob-
jetiva que hasta parece poseer fuerza física. ¿No es así?

RaMaTÍS: – Realmente, ¡el tabaco es una entidad sub-

vertida, que la mayor parte de la humanidad vive alimentando 
diariamente! la sirve dócilmente en su exigencia devorado-
ra, tributándole culto y sacrificio por medio del humo fétido e 
irritante, a través de las vías respiratorias. el tabaco se torna, 
pues, en comandante y señor que, a través de varios ardides 
hipnóticos, como el cigarro, la pipa, el puro o la pitillera lujosa, 
satisface la negligencia viciosa y la vanidad humana, pero que 
actúa de modo subrepticio e impone su propia fuerza sobre la 
mecánica fisiológica de los fumadores. aunque muchas perso-
nas afirmen que fuman por un inofensivo entretenimiento, son 
raras aquellas que consiguen librarse de la obsesión del tabaco 
que, imperiosa y mórbida, comanda su automatismo biológico 
y sus decisiones mentales.

PREGUNTA: – Creemos que el vicio de fumar no es tan de-

gradante ni pervierte tanto como el vicio del alcohol o de los 
entorpecientes, que llegan hasta modificar el aspecto de la fi-
sonomía y la armonía de la estética humanas. ¿No es verdad?

RaMaTÍS: – no estamos en desacuerdo con vuestras con-

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