Fisiología del Alma 

resulta impropia para el nivel psíquico en que el hombre actual 
está ingresando.

no aconsejamos a nadie, en occidente, que repudie la le-

che, el huevo, la mantequilla, el queso o cualquier producto de-
rivado del animal, siempre que no dependa de su sacrificio, de 
la muerte o del dolor; pues cuando eso acontece, entraréis en 
conflicto con las leyes de la sobrevivéncia del hermano menor.

PREGUNTA: – Nos consta que muchas personas importan-

tes de la Historia fueron vegetarianas, lo que quiere decir que 
esa alimentación no es solamente preferida por aquellos que 
son adeptos a las doctrinas espiritualistas, ¿no es así?

RaMaTÍS: – Sin duda, deben haber sido varios los motivos 

pollos cuales éste o aquel sabio, científico o líder espiritual se 
hicieron preferentemente vegetarianos. lo cierto es que almas 
escogidas han preferido el vegetal sobre la carne; así lo hicieron 
Ghandi, Cicerón, Séneca, Platón, Pitágoras, apolonio de Tria-
na, Bernardo Shaw, epicuro, Helena Blavastki, anne Besant, 
Bernardino de Saint Pierre y santos de la iglesia Católica como 
San agustín, San Basilio el Grande, San Francisco Javier, San 
Benito, Santo domingo, Santa Teresa de Jesús, San alfonso Ma-
ría de ligório, San ignacio de loyola, San Francisco de asís, 
Buda, Krishna, Jesús y miembros de las órdenes religiosas de 
los trapenses, los teósofos, los yogas, e innumerables adeptos 
de las sectas japonesas, que se alimentan de arroz, miel y soya. 
Sería extensa la lista de aquellos que ya comprendieron que el 
hombre continuará en desarmonía con las leyes avanzadas del 
psiquismo, si su estómago lo convierte en un cementerio de vís-
ceras conseguidas con la muerte del infeliz animal.

PREGUNTA: – De acuerdo con la revelación simbólica de 

nuestra caída espiritual al mundo material, según dice el Gé-
nesis, ¿se podría inferir que nosotros deberíamos alimentar-
nos con vegetales y no con carne?

RaMaTÍS: – Compulsando la Biblia, podéis encontrar pa-

sajes como éste: Génesis, 1/29: “Y dijo dios: ahí os he dado 
todas las hierbas que dan sus simientes sobre la tierra; y todos 
los árboles que tienen en sí las mismas semillas de su género, 

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