Ramatís
de producción de jugos, fermentos, bilis y hormonas, o cuando
se perturban los estímulos psíquicos. He ahí por qué no basta
repudiar la carne y preferir las legumbres, las frutas o las hor-
talizas, para lograr una buena alimentación y una buena salud,
sino que es necesario que sean respetadas las demás exigencias
que la naturaleza establece para obtener el ritmo preciso en el
mecanismo de la nutrición, como también el mejor aprovecha-
miento obtenido a través de un estado de espíritu tranquilo.
PREGUNTA: – ¿Podríais aclararnos mejor ese asunto?
RaMaTÍS: – el hombre no debería alimentarse exclusi-
vamente atendiendo al viejo hábito de “matar el hambre”, ha-
ciendo de su estómago la hornalla ardiente de porciones de ali-
mentos mal digeridos. en general, los terrestres no mastican ni
digieren bien los alimentos, porque los engullen, hambrientos,
en trozos o pedazos, sin la salivación adecuada y la desinte-
gración aconsejada, imitando los hábitos del avestruz o de los
salvajes, que devoran pero no comen.
la buena masticación es fundamental para la buena sa-
lud, y ésta aun sería más prolongada, si el hombre no regase
los alimentos con los mojos picantes, mostaza, pimienta y otros
excitantes que atacan los riñones y el hígado, subvierten el pa-
ladar y lo condicionan sólo a reaccionar ante las excitaciones
tóxicas. Hay cierto tipo de frituras que absorben gran cantidad
de grasa, aceite, mantequilla o margarina, y por eso la digestión
se hace más difícil, agravándose aun más con la prisa con que
el hombre engulle la comida, reduciendo el tiempo para que el
organismo pueda fabricar los jugos, los fermentos y las hormo-
nas necesarias para la normal digestión, y de esa precariedad
provienen las dispepsias, indigestiones, hiper-acidez y demás
perturbaciones del aparato digestivo.
es muy conveniente que el hombre no se alimente cuando
está agitado o a continuación de trabajos exhaustivos o ejercicios
violentos, así como tampoco después de discusiones violentas o
estados de cólera, pues en eses momentos es intensa la produc-
ción de ácidos y residuos nocivos al organismo, que después in-
tervienen hostilmente en el metabolismo de la digestión. Se crea,
entonces, un círculo vicioso en que la alimentación influye en el
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