Ramatís
morales. Consecuentemente, nunca deberán incentivar procesos
mórbidos que contrarían el ritmo armonioso de esa existencia
sana. así como en las festividades espiritas los alcoholes son
repudiados por saber que son perniciosos y deprimentes, las
churrasqueadas y los banquetes carnívoros deben ser repelidos
porque os apartan de las vibraciones delicadas de las almas su-
periores. ¡Nos extraña que para obtener éxito en la festividad es-
piritista, el cadáver del hermano menor tenga que ser tostado en
el brasero de la detestable churrasquearía del mundo profano!
¡del lado de acá, deambulan espiritistas desencarnados,
tan condicionados todavía a los banquetes pantagruélicos y
carnívoros, que ruegan la bendición de un cuerpo físico para
una pronta reencarnación, en cambio de los bienes del ambiente
celestial! ¡Hay otros que todavía no se compenetran del papel
ridículo que representan recitando, compungidos, versículos
evangélicos, en festividades fraternas del espiritismo, mientras
el cofrade servicial asa el cadáver del hermano inferior, prepa-
rándolo para el cementerio del vientre!
PREGUNTA: – Muchos espiritistas afirman que la alimen-
tación no tiene nada que ver con el Espiritismo, considerando
vuestras afirmaciones a ese respecto, como improductivas y
hasta censurables. ¿Qué opináis?
RaMaTÍS: – es bien sabido que todas las filosofías del
oriente que pregonan la liberación del espíritu del yugo de la
materia, han preceptuado siempre que la primera conquista de
virtud del discípulo, consiste en el abandono definitivo de la
nutrición carnívora. Como allan Kardec, al codificar la doctrina
espiritista, se inspiró en los postulados de la filosofía espiritua-
lista oriental, no deben los espiritistas considerar improductivo
y hasta censurable que se les recomiende que no se alimenten
con la carne de los animales. eso equivale a defender y ala-
bar la alimentación carnívora, en lo que Kardec nunca pensó.
Todo el esfuerzo moderno para la espiritualización del mundo
no puede dejar de situar sus raíces iniciáticas en la experien-
cia milenaria del oriente, cuya tradición religiosa, de templos
dignos de respeto, tiene por fundamento esencial la doctrina
vegetariana. Nada extrañaríamos si esa censura proviniese de
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