Ramatís

os dejaron ejemplo de una vida alejada de los banquetes carní-
voros, de los asados y de las churrasquearías tétricas. es bien 
sabido que los pueblos más belicosos e instintivos son precisa-
mente los mayores devoradores de carne, tal como las figuras 
brutales, obesas y antipáticas de los antiguos cesares romanos 
hieren vuestra retina espiritual por el mismo motivo apuntado.

aunque no se agrave la responsabilidad de los espiritistas 

que todavía se alimentan con despojos animales, no por eso se 
reduce su culpa como tradicionales cooperadores en la existen-
cia de mataderos y carnicerías, además del flagrante desmen-
tido que ofrecen a la observancia de los preceptos de amor y 
bondad para con el infeliz animal sacrificado.

PREGUNTA: – Entonces, de acuerdo con vuestro racioci-

nio, es incoherente que el espiritista devore los despojos de los 
animales. ¿No es así?

RaMaTÍS: – Creemos que sólo deben ser consideradas 

razonables las disculpas de los carnívoros cuando no fueran 
espiritualistas, viviendo por tanto a la sombra de las iglesias 
conservadoras, la mayor parte de las cuales es absolutamente 
tolerante para con la alimentación carnívora. Pero cuando esa 
práctica macabra es tolerada por los adeptos del espiritismo, 
que es un despertador de conciencias y un divino fermento que 
renueva todas las costumbres, se hace evidente la contradicción 
entre lo que el espiritista profesa y aquello que practica.

PREGUNTA: – ¿Cuáles son vuestras consideraciones sobre 

los mentores de la doctrina espiritista que todavía se alimen-
tan con la carne? Desde el momento que son divulgadores de 
la doctrina, ¿no deberían también, ser vegetarianos?

RAMATÍS: – Aquellos que profundizan sinceramente en el 

conocimiento de los conceptos del amoroso Jesús y desean tras-
mitir a los otros sus inefables consejos, entre los que figura el de 
“Ser mansos de corazón”, evidentemente estarán contradiciéndo-
se cuando ingieren el producto del dolor y sufrimiento del animal 
inocente, ¡y mucho más, aun, si toman parte ostensiblemente en 
los asados alrededor de una zanja en donde el buey fue asado, 
como si estuviese emergiendo de su propio túmulo violado!

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