Fisiología del Alma
dentro de ella, manifiesta la misma reacción, igual y exclusiva, de
todos los peces del mismo tipo. entre millones de peces iguales,
no conseguiréis distinguir una reacción diferente en el conjunto.
Sin embargo, gran número de otras especies animales, revelan
principios de conciencia; pueden ser domesticados y realizar ta-
reas distintas entre sí. el buey, el puerco, el perro, el gato, el
mono, el carnero, el caballo, el elefante y el camello, revelan cier-
to entendimiento consciente aparte, en relación con las distintas
funciones que son llamados a realizar. Ellos requieren, cada vez
más, vuestra atención y vuestro auxilio, con el fin que puedan
afirmarse en un sentimiento evolutivo hacia otros planetas en
los que sus razas podrán alcanzar mejor desenvolvimiento en
el comando de organismos más adecuados a sus características.
Cuando su psiquismo se habilite para el comando de cerebros
humanos, sus constituciones psicoastrales podrán retornar a
vuestro globo y operar en la línea evolutiva del hombre terrestre.
He aquí por qué Jesús nunca sugirió a sus discípulos que
practicasen la caza o la matanza doméstica, aconsejándoles, en
cambio, que lanzasen las redes al mar.
los peces y los mariscos se hallan aun muy distanciados de
la especie animal que está dotada de rudimentos de conciencia.
aunque no seáis absolutamente vegetarianos y os alimentéis de
peces, crustáceos o mariscos, estaréis revelando gran progreso
en el dominio del deseo enfermizo de la zoofagía. No os aconse-
jamos que desistáis violentamente de la carne, si es que todavía
no estáis dotados de una poderosa voluntad que os permita el
cambio radical del régimen. Podéis eliminar, primeramente, el
uso de la carne de animales, a continuación, de las aves, y des-
pués mantened vuestra alimentación con peces y sus congéne-
res, hasta que, naturalmente, vuestro organismo se adapte a la
alimentación exclusiva de vegetales y de frutas.
es necesario que, mientras tanto, gobernéis vuestra mente
para que ella se vaya modificando poco a poco y abandone el
deseo de una alimentación que se halla vilmente estigmatizada
con la muerte del animal. Si procedéis así, al poco tiempo, el de-
seo mórbido de ingerir vísceras cadavéricas podrá ser sustituido
por el saludable deseo de la alimentación vegetariana, y cambia-
réis las vituallas sangrientas por los frutos suculentos y sanos.
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