Ramatís

allá para reencarnar, no bien despierta en la cuna física, ya se 
ve perforado por las hipodérmicas, sometido a los rayos X, satu-
rado con antibióticos, mineralizantes y vitaminas; todo, debido 
al “miedo a las enfermedades que se le puedan presentar”; in-
munizándolo bajo una decena de vacunas contra los probables 
peligros epidémicos. ante la más sencilla perturbación gripal o 
vacilación intestinal en adaptación a la alimentación artificial, 
la farmacología pesada cae encima del recién encarnado, vio-
lentando todas las colectividades microbianas responsables de 
su armonía celular. Consecuentemente, no cumplen la serie de 
advertencias espirituales para que, además de la angustia de 
la vida en la carne, el alma se tranquilice ante la certeza de su 
realidad inmortal.

422