Fisiología del Alma 

que insistimos en repetirlos: la cristificación del hombre y su 
devoción incondicional al evangelio de Jesús, con la consecuen-
te sublimación del espíritu enlodado. el elemental subvertido 
canceroso es tan rudo y primitivo, que su naturaleza inhóspita 
huye a la acción espiritual directa de las entidades elevadas que 
podrían intervenir con éxito en la curación, pues esas entidades 
no consiguen reducir suficientemente la vibración de ese ele-
mental, para poder actuar al nivel de la formación cancerosa.

el cáncer es todavía inmune a las intervenciones terapéu-

ticas exógenas y sólo el propio paciente es el que podrá mo-
dificarlo en su naturaleza agresiva. Se halla tan íntimamente 
adherido a la contextura periespiritual que, ya lo hemos dicho, 
aunque sea amputado un dedo canceroso, ese elemental se 
mueve nuevamente por el molde etérico y “baja”, después, infec-
tando la mano, en seguida al antebrazo y, finalmente el brazo, 
transfiriéndose después de un foco primitivo a otro adyacente o 
distante, hasta minar fatalmente todo el organismo. es su por-
tador, por tanto, quien deberá expulsarlo de su circulación, pues 
el cuerpo está condenado a servir como condensador del tóxico 
y devolver al seno de la tierra la energía subvertida, originada 
por el mal uso y por la imprudencia del espíritu enfermo.

Sería inútil, pues, cualquier intervención precipitada e in-

oportuna con la que se procurase extinguir primero la “enfer-
medad”, sin curar al “enfermo”, quien, una vez libre de la carga 
mórbida, no solamente pasaría a elaborar un nuevo veneno en 
la delicada contextura de su periespíritu, sino que dejaría de 
preocuparse del control de sus pensamientos y de sus emocio-
nes, dada la facilidad con que los espíritus lo librarían de cual-
quier sufrimiento posterior. además, desde el momento en que 
el hombre no se conforma en renunciar al mundo profano y a 
adherirse absolutamente al “reino del Cristo”, y se aflige toda-
vía más por los deseos ardientes, cultivando el reino ilusorio de 
Maya, sería inútil cualquier proceso o cualquier intervención 
de los espíritus, pues aunque de inicio hubiese resultado satis-
factorio, el ex canceroso no tardaría en recaer sobre la misma 
dolencia del cáncer.

Pregunta: dado que no es posible a los espíritus desencar-

nados indicar el remedio infalible para la curación del cáncer 

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