Ramatís
incoherencia el asunto que estamos ventilando, ¡es ése el proce-
so kármico mediante el cual se expurgan los venenos del alma
hacia la materia! obviamente, la opinión de los encarnados no
se puede armonizar con nuestra opinión de desencarnados, por
ser distinto el punto de vista desde el cual apreciamos la rea-
lidad espiritual, pues justamente, lo que en la Tierra significa
desdicha, en general, es la bendita puerta que se entreabre para
que la criatura pueda hacerse candidata al paraíso.
la expulsión de los tóxicos astralinos, causa de la pato-
genia cancerosa, es una cuestión muy particular. en verdad, se
refiere al propio enfermo, que es el mayor interesado y al que
cabe escoger el camino que estime más conveniente a su caso.
Sólo con el fin de satisfacer el sentimentalismo humano, ¡no
podemos ocultar la realidad de la evolución espiritual humana,
y exponer un panorama de la vida que no perturbe la vieja
concepción del dolor y del sufrimiento, originada en el pecado
de Adán y Eva! El espíritu goza del derecho de atenuar o de
retardar su prueba dolorosa en la Tierra, y antes de reencarnar,
determina las providencias que halla más adecuadas a su vida
material. después de encarnado, tanto puede socorrerse de to-
dos los recursos médicos y de todos los anestesiantes del mun-
do, como puede reprimir el descenso de los venenos psíquicos
que había planeado agotar.
Si el fluido canceroso fuera estorbado en su curso e impe-
dido de ser expulsado en parte o en todo, no hay duda de que,
ante lo científico, lo justo y lo benefactor de la ley del Karma,
el espíritu se convierte en candidato a una nueva prueba de pur-
gación tóxica, correspondiente a la cantidad que aun consiguió
detener en el periespíritu mediante la intervención quirúrgica,
la cauterización, la radioterapia u otro proceso violento. Esa es
la verdad sideral, aunque no consiga satisfacer por completo el
raciocinio de muchos encarnados.
Hay mucha diferencia entre la Medicina precaria de hace
muchos siglos, cuando el ser humano era tratado a semejanza
de un animal sometido a los cauterios, a los vómitos etc., y el
tratamiento médico moderno con el que el paciente, gracias al
advenimiento de la anestesia, sólo se enfrenta con los más sua-
ves dolores de la convalecencia. en el futuro, cuando la humani-
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