Fisiología del Alma
fera, algunos individuos sensibles llegan a notar la disolución
del “duplo etéreo”, sobre las sepulturas de los cementerios. Su
luminosidad etérea queda fosforescente —debido al roce entre
otras energías circulantes y la descomposición cadavérica— lo
que hace al vulgo crear la historia de los “fuegos fatuos” y otras
leyendas.
el duplo etéreo, situado entre el cuerpo físico y el peries-
píritu en el hombre, sirve de canal para el “descenso” del resi-
duo canceroso, que se transfiere nuevamente a la carne después
de la ablación de cualquier órgano o de la amputación de al-
gún miembro canceroso. a veces, esa nueva incursión es toda-
vía más virulenta e irritada al formar de nuevo el neoplasma
maligno, desanimando al más “abnegado cirujano que se haya
dedicado con la mayor devoción y habilidad, a eliminar el me-
nor resquicio del tejido enfermo.
Pregunta: ¿Podríais configurarnos, por hipótesis, algún
ejemplo más objetivo, de cualquier órgano o miembro del cuer-
po físico que después de haber sido operado se vuelva canceroso
debido a nueva incidencia del elemental primario mórbido, que
según decís actúa por medio del periespíritu?
Ramatís: Suponed a un individuo que, por hipótesis, pre-
sente una formación cancerosa en el dedo anular de la mano
izquierda. Después de haber sido hábilmente amputado el dedo
canceroso, he ahí que el cáncer lo ataca ocultamente, alcanzan-
do también los tejidos de la mano. es indudable que el cirujano
especialista en el género, previendo una nueva incursión cance-
rosa, no duda en cortar la mano afectada, pretendiendo evitar,
así, que el brazo del paciente sea alcanzado. Pero, realmente,
la insidiosa enfermedad persiste disimuladamente. amputada
la mano, he ahí que el antebrazo se muestra también infectado
y, siendo cortado éste, será necesario después amputar el resto
del brazo, ya irremediablemente contaminado, cuando el morbo
prosigue en su excursión despiadada, hasta llevar fatalmente
el enfermo a la sepultura, aunque la Medicina movilice todos
sus más eficientes recursos. Bajo nuestra vista espiritual, ob-
servamos que ese fenómeno mórbido de recidiva cancerosa, se
procesa independientemente del contagio propiamente físico o
de la incursión de las células infectadas en la circulación de la
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