Fisiología del Alma 

ratorio, es capaz de ser trasplantado o de contagiar al propio 
huésped en el que ya se hubiera manifestado anteriormente. es 
por eso que algunos cancerólogos argumentan que no es con-
veniente practicar cualquier incisión quirúrgica en los neoplas-
mas, ni aun en el caso de la biopsia, para poder comprobar 
el diagnóstico de su malignidad, pues aseguran que las células 
cancerosas se pueden irritar, propagándose morbosamente por 
el organismo del paciente.

no obstante, sabemos que la recidiva de la rebelión celular, 

sólo se efectúa cuando continúa la alimentación mórbida ocul-
ta en el periespíritu, pues la energía letal mínima que algunas 
células puedan cargar en su núcleo, afectando la intimidad de 
los tejidos sanos circunvecinos o distantes, pero no es suficiente 
para producir nuevo foco canceroso secundario. en este caso, 
es el propio individuo (que todavía se encuentra contaminado 
astralmente), el que nutre el terreno mórbido para que pueda 
surgir un nuevo brote de cáncer.

los individuos que ya están exentos de cualquier resi-

duo mórbido, no son capaces de nutrir el terreno para que se 
produzcan nuevos neoplasmas malignos y, por tanto, no serán 
contagiados, aun cuando fueran inoculados con el contenido de 
cualquier tumor canceroso. Tampoco existe hereditariedad de 
padres a hijos, en el sentido de la transmisión física, específica, 
de los genes mórbidos del cáncer; pero, a veces, puede suceder 
que participen de la misma familia de descendientes consanguí-
neos con mucha afinidad psíquica, y ser electivos para el mismo 
tipo de enfermedades. el cancerólogo se sorprende cuando, al 
estudiar los ascendientes biológicos hereditarios del canceroso, 
comprueba que uno de sus progenitores sucumbió de cáncer, lo 
cual fortalece en él la convicción de que existe la transmisión 
infecciosa bajo las leyes físicas.

en general, las células cancerosas no transportan virus 

astrales suficientes para desencadenar otra acción infecciosa, 
cuando se transfieren por la vía sanguínea o por la linfática 
después de la operación o de la radioterapia. en verdad, es el 
mismo agente oculto; el elemental primario subvertido causante 
de la primera tumefacción, el que, actuando en el mundo astral, 
desciende de la contextura del periespíritu y, a través del “duplo 

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