Ramatís
lud humana una prueba del funcionamiento perfecto y discipli-
nado del organismo carnal, en admirable sintonía con el ritmo
y el comando espiritual. aunque la sulfanilamida sea valiosa en
una peritonitis, aunque la penicilina estacione la proliferación
peligrosa de los microorganismos invasores, y aunque la cloro-
micetina elimine el brote peligroso del tifus, la verdad es que
sólo puede existir la virulencia de la carne del hombre, mientras
existan residuos mórbidos en su periespíritu.
PREGUNTA: – Hemos observado en la lectura de algunos
artículos sobre medicina que existe ya cierta tendencia en al-
gunos médicos, a considerar el cáncer como una enfermedad
capaz de ser provocada por el psiquismo del enfermo. Creemos
que esa nueva actitud médica indica las primeras simpatías
para con la terapéutica espiritual del futuro, a la que habéis
aludido en vuestras comunicaciones anteriores; ¿no es así?
RaMaTÍS: – Realmente, algunos médicos terrestres po-
seen ya relaciones y estadísticas sobre la evolución de ciertos
tumores cancerosos, comprobando que determinadas alteracio-
nes favorables o desfavorables que se procesan en los mismos,
sintonizan perfectamente con el carácter, el estado mental y
las condiciones psíquicas del enfermo, en la época del examen.
Mientras algunos enfermos optimistas mejoran sus crisis cance-
rosas, los pesimistas las agravan visiblemente. algunos diagnós-
ticos precoces del cáncer se modificaron más tarde mereciendo
mejor concepto en la apreciación médica, porque, gracias a la
mayor resistencia psíquica del enfermo, el tumor todavía inci-
piente fue absorbido por el propio organismo sin necesidad de
intervención alguna, terapéutica o quirúrgica, posterior.
de este modo, la propia medicina va comprobando que no
existe una enfermedad aislada llamada “cáncer” en el cuerpo ca-
mal; y sí que es el espíritu enfermo el que, de acuerdo con sus ca-
racterísticas mentales y sus condiciones psíquicas, el que tanto
puede presentar la etiología cancerosa, como un simple resfria-
do. los médicos antiguos, incluso ambrosio Paré, presintiendo
la influencia del psiquismo en los enfermos, acostumbraban a
situar las enfermedades humanas bajo la pintoresca denomina-
ción de “humores”, juzgándolos responsables de determinados
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