Fisiología del Alma 

merado de seres alucinados! Por eso, a su debido tiempo, el 
Creador encaminó a la Tierra los espíritus misioneros que se 
dedican por completo a las investigaciones médicas, con el pro-
pósito de evitar que determinadas manifestaciones patogénicas 
se extiendan en demasía entre el género humano. Gracias a Fijk-
man, Funk, y Cooper, el beriberi puede ser dominado, atendien-
do simplemente a la carencia de las vitaminas B1 y B4; lind 
liquidó el escorbuto descubriendo el mal en la falta de la vitami-
na C. Koch y Hansen identificaron los bacilos de la tuberculosis 
y de la lepra; Pasteur consigue la vacuna antirrábica; Benting y 
Best prolongan el curso de la vida de los diabéticos con el des-
cubrimiento de la insulina; surge la sulfanilamida extinguiendo 
gran lastre de las infecciones más peligrosas, y Fleming, alivia 
muchas “pruebas kármicas” con su extraordinaria penicilina.

esos benefactores de la humanidad acudieron a su debido 

tiempo, eliminando síntomas y efectos molestos que amenaza-
ban ya, muy peligrosamente, el campo de la vida humana, impi-
diendo la desintegración patogénica de la carne. ¡es por eso que 
de tiempo en tiempo, dios equilibra ln vida terrestre, atendien-
do a las necesidades del cuerpo con el envío de espíritus que se 
encarnan dedicándose a la Medicina; o ayudando a iluminar el 
espíritu de la humanidad por el sacrificio de los misioneros de 
alta pedagogía espiritual, tales como Hermes, Krishna, Confu-
cio, Zoroastro, Buda, Kardec, Hendel, Blavatsky y muchos otros 
que se dedicaron a iluminar el camino interno del alma, en el 
que Jesús es el sublime sintetizador divino!

Unos, pues, cuidan de la salud del cuerpo carnal; otros sur-

gen en vuestro orbe exclusivamente dedicados con devoción al 
restablecimiento de la salud espiritual, comprobando, realmen-
te, que los efectos molestos observados en el organismo físico 
han de desaparecer cuando se extingan las causas patológicas 
enraizadas en la profundidad del alma. He ahí por qué las en-
fermedades pueden cambiar, ser sustituidas o aparentemente 
eliminadas, sin que por ello la energía psíquica mórbida que 
las alimenta haya sido expulsada y ni siquiera modificada en su 
esencia molesta, del mismo modo que el cambio de las lámparas 
de colores no alteran la naturaleza de la fuerza eléctrica.

la idea central de la vida es la armonía; y constituye la sa-

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