Ramatís

más ardientes discípulos, que estaban ansiosos por encontrar 
el “camino directo” de la Consciencia Cósmica, se apiadó de sus 
angustias humanas y ocultamente participó del fardo kármico 
de ellos, atrayendo para sí parte de la toxicidad espiritual que 
poseían, desencarnando más tarde víctima de atroz tumor can-
ceroso que le devoraba el brazo y que le extinguía las fuerzas 
orgánicas ¡pero sin la menor queja o el menor lamento de pro-
testa contra su dolor!

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