Fisiología del Alma 

bre dispone de aparatos capaces de transformarla y almacenar-
la para aprovechamiento útil y adecuado en vuestro mundo. 
Pero como de la nada no se puede obtener nada, la electricidad 
no puede provenir de la nada, y sí derivarse de un elemental 
oculto en el seno de la propia materia integrante de todas las 
formas y de todos los seres.

la electricidad es conocida por el hombre, porque él la 

produce por la fricción o por otros métodos modernos; pero 
es evidente que aun ignora cuál es la especie exacta de fuer-
za oculta dispersa por el Cosmos que, después de ser excitada, 
“baja” del mundo invisible en su frecuencia vibratoria y se con-
vierte en algo sensible a los aparatos terrestres. Es una fuerza 
que necesita ser convenientemente controlada para evitar su 
acción ofensiva y destructora, pues hay mucha diferencia entre 
el transformador de alta tensión que soporta 10.000 ó 50.000 
voltios, y el modesto transformador del radio doméstico que 
sólo resiste 120 voltios.

análogamente a la electricidad, podéis evaluar la existencia 

de un elemental primitivo o energía primaria oculta en todas las 
cosas y seres vivos, que los sustenta en el proceso de cohesión 
y sustitución de las células responsables del funcionamiento del 
reino vegetal, del mineral y del animal. la poderosa red electróni-
ca de fuerza primitiva del mundo invisible, que es constituida por 
entidades vivas astralinas e inaccesibles a la instrumentación del 
mundo físico, cuando es perturbada puede invertir los polos de 
su función coordinadora específica, provocando las rebeliones de 
las células y los consecuentes tumores cancerosos o la leucemia.

así como la electricidad se produce por la fricción que irri-

ta su elemental primario oculto, el cáncer se manifiesta también 
por la irritación que altera el curso normal de la acción pacífica 
y constructiva del elemental responsable de la cohesión y de la 
labor sinérgica de las células de la materia, las cuales, aunque 
sean unidades con vida propia, tanto anatómicas como fisioló-
gicas, fundamentan su sustentación armónica en la energía que 
el espíritu distribuye en su vestimenta inmortal.

ese elemental, que tanto forma parte integrante del peries-

píritu como del organismo físico, es capaz, por eso, de reaccio-
nar conforme sea la disposición mental y emotiva del hombre. 

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