Ramatís

las del estómago, las del intestino o las del páncreas, se originan 
exactamente en las perturbaciones nerviosas ocasionadas por el 
descontrol mental y emotivo.

Siendo el cuerpo físico constituido por células que se hallan 

en incesante asociación con las más variadas e innumerables 
colectividades microbianas, que viven sumergidas en los líqui-
dos hormonales, en los jugos, en los fluidos y en otras sustan-
cias químicas producidas por los órganos más evolucionados, 
es evidente que la cohesión, la armonía y la afinidad de trabajo 
entre esas asombrosas fuerzas vivas del mundo microscópico, 
dependen también fundamentalmente del estado mental y de 
la emotividad del espíritu. este es el verdadero responsable del 
equilibrio electrónico de la red atómica y de las relaciones del 
mundo oculto con el mundo exterior de la materia. la salud, 
pues, así como la enfermedad, viene de “adentro hacia afuera” y 
de ‘arriba hacia abajo”, tal como ya lo han definido con mucha 
inteligencia los homeópatas; pues la armonía de la carne depen-
de siempre del estado de equilibrio y de la armonía del propio 
espíritu encarnado.

Ya hemos explicado que la fuerza mental comanda la fuer-

za nerviosa y que ésta repercute en el organismo muscular, 
para efectuar luego las modificaciones favorables o intervenir 
desordenadamente, lesionando la estructura de los órganos o 
del sistema orgánico. La enfermedad, pues, en vez de ser una 
desarmonía específica de determinado órgano o sistema de ór-
ganos, es el producto de un desorden funcional que afecta toda 
la estructura orgánica. es un estado mórbido que el propio es-
píritu hace reflejar perturbadoramente en todos sus campos de 
fuerzas físicas y planos de manifestación. Ya hemos dicho que la 
irregularidad en el campo mental produce también sus toxinas 
específicas mentales, que repercuten en el cuerpo astral y car-
bonizan las fuerzas astralinas inferiores. Entonces, se produce el 
gradual rebajamiento vibratorio del contenido tóxico psíquico 
que se espesa y densifica, fluyendo hacia la carne y constituyen-
do el morbo que se sitúa luego en cualquier órgano o sistema del 
cuerpo físico, produciendo la indeseable condición enfermiza.

es así como la manifestación mórbida que provoca la en-

fermedad en el organismo humano comienza por la perturba-

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