Ramatís
vida rudimentaria, son portadores de organismos bien dispues-
tos, como preciosas máquinas de carne estructuradas para fun-
cionar tan ajustadas como si fueran valiosos cronómetros de
precisión. Sin duda, ello sucede porque viven distantes de las
inquietudes mentales de los civilizados, ajenos a cualquier dis-
turbio psíquico que pueda alterarles la armonía de las fuerzas
electrónicas responsables de la cohesión molecular de la carne.
no desconocemos la existencia de ciertas enfermedades ca-
paces de afectar a los seres primitivos, que no son consecuencia
de emociones perturbadoras, pero insistimos en recordarlos que
es precisamente entre los civilizados, como seres pensantes en
esencia, entre los que aumentan cada día más las insidiosas en-
fermedades. es notorio que los salvajes sanos se enferman con
facilidad cuando entran en contacto con las metrópolis y pasan
a adoptar sus vicios y capciosidades más comunes.
el cáncer, que tanto se manifiesta en la forma de tumores
como desvitalizando el sistema linfático, nervioso, óseo o san-
guíneo, no debe ser considerado como un síntoma aislado del
organismo, pues su mayor o menor virulencia mantiene estre-
cha relación con el tipo psíquico del enfermo. el morbo cance-
roso se acrecienta por los desatinos mentales y emotivos, que
conmueven el campo bioelectro animal y lesionan el sistema
vital de la defensa, para situarse luego en el órgano o sistema
más vulnerables del cuerpo carnal. en consecuencia, la “causa
remota” patológica del cáncer debe ser procurada, concienzuda-
mente, en el campo original del espíritu y en la base de sus acti-
vidades mentales y emotivas. no se trata de un acontecimiento
mórbido de la exclusividad de cualquier dependencia orgánica,
que se produce sin el conocimiento subjetivo del todo individuo.
PREGUNTA: – ¿Cómo podríamos comprender mejor esa
manifestación mórbida del cáncer, “desde el campo original
del espíritu”?
RaMaTÍS: – el espíritu es el comandante único y el res-
ponsable exclusivo de la armonía y del funcionamiento de todo
el cosmos de células que constituyen su cuerpo carnal, el cual
no tiene vida aparte o independiente de la voluntad de su dueño.
ni aun el sentido instintivo que regula las diversas actividades
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