Fisiología del Alma
PREGUNTA: – Por tanto, ¿debemos considerar que el cán-
cer es una enfermedad espiritual, por el hecho de que proviene
de los deslices psíquicos cometidos por el hombre en el pasado?
RaMaTÍS: – es en la intimidad oculta del alma, en donde
realmente tiene inicio cualquier impacto mórbido que después
perturba el ritmo y la cohesión de las células en el organismo
carnal. Es por eso, también, que se distinguen la naturaleza,
la frecuencia y la calidad de sus energías, cuando actúan más
profundamente en el seno del espíritu humano. de ese modo,
la fuerza mental sutilísima que modela el pensamiento es muy
superior a la energía astral, más densa, que manifiesta el sen-
timiento o la emoción; del mismo modo que, en la materia, el
médico reconoce también que la fuerza nerviosa del hombre
es superior a su fuerza muscular. He ahí por qué, durante la
enfermedad, ya sea una simple gastralgia o el temido cáncer, el
raciocinio, la emoción y la resistencia psíquica de cada enfermo
presentan considerables diferencias y varían las reacciones en-
tre sí. Mientras el hombre predominantemente espiritual y de
raciocinio más desarollado, puede encarar su sufrimiento bajo
alguna consideración filosófica consoladora o aceptarlo como
justificado por el objetivo de su mayor sensibilidad, la criatura
exclusivamente emotiva es casi siempre un infeliz equivocado
que materializa el dolor bajo la desesperación incontrolable,
como consecuencia de su alta tensión psíquica.
lo cierto es que las energías sutilísimas que actúan en el
mundo oculto de la criatura humana y que se constituyeron en
maravillosa red magnética de sustentación del edificio atómico
de la carme, sólo pueden mantenerse cohesas y proporcionar
tranquila pulsación de vida, desde el momento en que se logre
el equilibrio armonioso del espíritu. Sólo así la salud física viene
a ser un estado de magnífico ajuste orgánico. el ser no siente
ni oye el pulso de su vida, porque su ritmo es suave y cadencio-
so, como consecuencia de una actuación más leve de todas las
piezas y funciones orgánicas. Manifestándose admirablemente
compensadas en todo su metabolismo, no perturban la concien-
cia en vigilia, porque no provocan el desánimo, la inquietud o
la angustia, que se generan durante la desarmonía del espíritu.
el animal salvaje o el indio de la floresta, aunque sean de
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