Ramatís
en cualquier acontecimiento de su vida, ha de revelarse siempre
una sola conciencia, en un sólo todo psíquico y físico; en una
sola memoria forjada en el simbolismo del tiempo y del espacio.
en consecuencia, como el espíritu y el cuerpo no pueden
ser estudiados separadamente, ya sea en la salud o en la enfer-
medad, es obvio que también en el caso del cáncer y de su tra-
tamiento específico, es muy sensato e importante identificar pri-
mero el tipo psíquico del enfermo y, a continuación, considerar
la clase de enfermedad. aunque cierto porcentaje de incidencia
del cáncer sea original del choque ocurrido entre las fuerzas
ocultas que descienden del plano superior y las energías astrales
creadoras de los diversos reinos de la vida física, su manifesta-
ción mórbida en el hombre proviene de la toxicidad fluídica que
todavía circula en el periespíritu, y que fue acumulada por los
desatinos mentales y emotivos ocurridos en las distintas encar-
naciones anteriores.
ese morbo fluídico “desciende” después del periespíritu,
para concentrarse en un órgano o en un sistema orgánico físico,
pasando a perturbar la armonía funcional de la red electrónica
de sustentación atómica y a trastornar el trabajo de crecimiento
y de cohesión de las células.
aunque cada cuerpo físico sea el producto específico de los
ascendentes biológicos heredados de cierto linaje carnal huma-
no, siempre revela en el escenario del mundo físico el aspecto
interior del alma que lo comanda. aun considerando las tenden-
cias hereditarias que disciplinan las características físicas del
individuo, hay que reconocer también la fuerza de los principios
espirituales que pueden dirigir y modificar el cuerpo de carne.
Cada organismo físico reacciona de acuerdo con la naturaleza
íntima de cada alma encarnada y de modo diferente entre los
diversos hombres; lo que ocurre tanto en la salud como en la
enfermedad.
Por tanto, varían las reacciones y la gravedad de un mis-
mo tipo de tumor canceroso en diferentes individuos, porque su
mayor o menor influencia, además de la resistencia biológica,
queda subordinada también a la naturaleza psíquica emotiva y
psicológica del enfermo.
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