Ramatís

la desarmonía en el dormir, la fatiga ocular por el exceso en el 
estudio y en la lectura, las heridas consecuentes de los conflictos 
humanos, de las revoluciones, o de las guerras, ¡tan al gusto de 
los terrícolas! del mismo modo, no se puede atribuir a la toxici-
dad del espíritu el sufrimiento ocasionado por el gesto alocado 
de la criatura que ingiere un formicida, el arsénico o cualquier 
otro veneno; o que por la abstinencia de alimentos frescos y de 
la consecuente avitaminosis, es víctima de la discrasia hemo-
rrágica. Hay que considerar, también, el hambre con el cortejo 
propio de la desnutrición en las épocas epidémicas o belicosas, 
cuyos sufrimientos, aunque puedan ser kármicos, no son conse-
cuentes del “descenso” de toxinas psíquicas.

el hombre que sufre dolores cruciales porque sus dientes 

están cariados, probablemente no está sufriendo el efecto de la 
“baja” de tóxicos psíquicos a la carne; sin duda, el dolor pro-
viene simplemente de su imposibilidad o descuido en visitar al 
dentista. Si se trata de un espíritu elevado, es cierto que la me-
nor cantidad de toxinas existentes en su periespíritu, reducirá la 
probabilidad de aumento de los gérmenes dentarios. es posible 
que en el cuerpo del individuo accidentado por quemaduras se 
encuentre el alma de algún cruel inquisidor del pasado recogien-
do la cosecha kármica dolorosa, pero es evidente que también 
sufre quemaduras aquél que, por .curiosidad o por impruden-
cia, pone la mano en el fuego o en el agua hirviente, aunque no 
esté rescatando culpas del pasado. eso no es un acontecimiento 
kármico ni consecuencia de venenos psíquicos y sí, sin duda, 
cosa muy natural, porque es de ley que el fuego queme...

PREGUNTA: – ¿Cómo podríamos comprender más clara-

mente esas conclusiones vuestras?

RaMaTÍS: – el principal objetivo de nuestras comunica-

ciones es el de haceros comprender las principales condiciones 
del sufrimiento que afecta al espíritu encarnado en su jornada 
terrena. os destacamos las consecuencias funestas causadas por 
los desequilibrios espirituales del pasado y hasta de la actual 
existencia, cuando se producen los venenos que después se vier-
ten en la carne bajo condiciones dolorosas y desagradables de 
padecimientos cruciales; así también hemos señalado los dolores 

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