Fisiología del Alma 

el agotamiento tóxico, las entidades consiguen siempre expulsar 
gran cantidad de morbo que oprime el sutilísimo periespíritu.

Pero, mientras hay espíritus que prefieren descargar de una 

sola vez los tóxicos incrustados en su periespíritu — lo que les 
resultaría menos ofensivo y crucial de hacerlo gradualmente 
en varias encarnaciones posteriores — hay otros portadores de 
venenos psíquicos tan violentos que, aunque reduzcan al míni-
mum su “descenso” hacia la carne mortificada, padecen terrible-
mente desde la cuna al sepulcro.

PREGUNTA: – ¿Qué podéis decir sobre la lepra, que además 

de causar un sufrimiento tan acerbo, deforma sus víctimas?

RaMaTÍS: – la lepra proviene casi siempre de un gran dre-

naje de venenos que bajan del periespíritu. Tanto puede suceder 
a espíritus que tomaron la decisión espontánea de concentrar lo 
más posible los fluidos nocivos de su periespíritu, acelerando su 
expulsión violentamente por la carne, como a aquellos que, por-
tadores de toxinas psíquicas demasiado virulentas, cuando las 
conducen a la materia, aunque lo hagan en la menor dosis po-
sible, producen el estancamiento fluídico apropiado para nutrir 
los bacilos de Hansen, que son los gérmenes que causan la lepra.

el leproso, cuya situación dolorosa se agrava más por el 

imperativo de verse obligado a aislarse de su familia, es compe-
lido a una vida de gran introspección y de dolorosas reflexiones, 
teniendo que reconocer que no le queda esperanza alguna en el 
trato con el mundo exterior. entonces se sublima por la concen-
tración de las energías espirituales y por la evacuación psíquica 
que lo ayuda a desagregar más rápidamente el veneno fluídico 
incrustado en el periespíritu, a semejanza de la lente que condu-
ce los rayos solares hacia un mismo punto de convergencia. Su 
cuerpo se vuelve uno de los más vigorosos condensadores vivos, 
absorbente de las emanaciones deletéreas del periespíritu; es 
como un vasto papel secante que después de hallarse comple-
tamente embebido en las toxinas del psiquismo enfermo, debe 
expulsarlos hacia el seno de la tierra, en un admirable proceso 
que seca el alma contaminada.

Muchos leprosos presienten subjetivamente que de su situa-

ción trágica ha de resultarles excelente compensación para su 

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