Fisiología del Alma 

camiento de la molestia mediante hábiles aplicaciones medi-
camentosas, no se ha podido impedir que siga vertiéndose el 
tóxico producido por el psiquismo enfermo. Bajo la ley de la 
biología psíquica, las toxinas fluyen del periespíritu a la carne, 
cuando son reprimidas por el éxito médico de la Tierra, apenas 
aguardan oportunidad más favorable para verterse otra vez en 
dirección al campo material. ¡Ninguna fuerza humana conse-
guirá impedir tal expulsión del periespíritu hacia el cuerpo físi-
co, ya sea en la actual o en la próxima encarnación! Y aunque 
la Medicina vuelva a arrasar los microbios responsables de las 
enfermedades de la terminología médica, las toxinas volverán a 
“bajar” al condensador vivo de la carne.

¡la curación real y definitiva de la tuberculosis o de cual-

quier otra enfermedad, sólo se concretizará después de haber 
sido efectuada la limpieza completa de los venenos acumulados 
en el periespíritu, o cuando el espíritu se entregue definitiva-
mente a la observancia cotidiana de los principios terapéuticos 
establecidos por Jesucristo, el Médico divino! de otro modo, 
aunque reconozcamos y elogiemos la sabiduría y los esfuerzos 
heroicos de los médicos combatiendo las más graves enferme-
dades, estad seguros de que, sin la sanidad espiritual, el morbo 
psíquico reprimido o estorbado por la terapéutica del mundo, 
siempre encontrará oportunidad para proseguir nuevamente en 
la carne, su curso o “descenso” implacablemente expurgatorio!

PREGUNTA: – ¿Cómo comprenderíamos mejor ese “des-

vío” que los venenos del periespíritu efectúan hacia la carne, 
cuando son reprimidos por los recursos de la terapia terrestre?

RaMaTÍS: – la corriente letal vertida por el psiquismo 

enfermo, cuando es estorbada, se escurre por otras vulnerabili-
dades orgánicas, produciendo entonces, nuevos cuadros de en-
fermedades conocidas o exóticas. desde el momento en que la 
medicina o la cirugía impidan su eclosión en la materia, ya sea 
por el bagaje medicamentoso o por la extracción de los órganos 
enfermos, no tengáis duda alguna: el expurgar ha de continuar 
en la próxima encarnación del espíritu, de no lograr efectuarla 
en los charcos depurativos del astral. en el primer caso, el cuer-
po que ha de servir para la nueva encarnación, se convertirá en 

315