Ramatís

de asís hubiese desencarnado víctima de cualquier enfermedad 
adquirida por el contagio entre los infelices que él atendía coti-
dianamente;  pues es indudable que esos espíritus sublimes no 
tenían terreno electivo y favorable para el desarrollo patogénico!

Pero aquellos que sobrecargaron el periespíritu con tóxi-

cos lesivos al cuerpo carnal, cuando reencarnan, tanto pueden 
expulsarlos en la cuna del nacimiento físico, como durante su 
infancia, en la fase adulta o en la vejez. Tal como las flores y las 
plantas sólo brotan y repuntan en épocas apropiadas, obede-
ciendo a los ciclos lunares y a las estaciones peculiares del año, 
los gérmenes proliferan en el organismo de acuerdo con ciertas 
condiciones y leyes biomagnéticas. desde el momento que en-
cuentran fluidos mórbidos que los puedan nutrir, comienzan a 
reproducirse con facilidad. Conforme sea ese fluido enfermizo 
oese tipo de miasma, puede plasmarse en el coqueluche, la es-
carlatina, el sarampión, la varicela, el cáncer o la tuberculosis.
no es la clasificación académica ni el tipo del germen aislado
con éxito, lo que realmente se responsabiliza por la naturaleza
esencial de la enfermedad y sí el espíritu enfermo, repetimos,
que por su descarga psíquica deletéra, produce las condiciones
favorables para la eclosión de la enfermedad.

PREGUNTA: – ¿Cómo podríamos comprender mejor esa 

afirmación vuestra de que el éxito microbiano depende fun-
damentalmente de la condición mórbida o “miasmática” del 
psiquismo enfermo, que atrae los gérmenes y los alimenta?

RaMaTÍS: – las causas de las enfermedades, como ya he-

mos dicho, no residen específicamente en la existencia o en la 
proliferación de esos gérmenes, bacterias o bacilos; éstos sola-
mente aparecen después que se establece la desvitalización or-
gánica, cuando la carga residual psíquica lleva el cuerpo físico a 
la saturación mórbida y se produce el estado o el terreno favora-
ble para su procreación. es de sentido común que el organismo 
humano es portador de la progenie de toda especie microbiana 
por cuanto su armazón, en realidad, no es otra cosa que una 
vigorosa red de magnetismo que sustenta innumerables colecti-
vidades de gérmenes invisibles a los ojos comunes, responsables 
de todas las funciones y necesidades orgánicas.

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