Fisiología del Alma 

dicos, facilitándoles el medio de lograr el diagnóstico seguro 
de las diversas necesidades espirituales de sus pacientes. Son 
raros los médicos que realmente están capacitados para cul-
tivar en sus clínicas el viejo concepto helénico de “alma sana 
en cuerpo sano”. ¿Qué podéis decirnos sobre esto?

RaMaTÍS: – la humanidad terrestre, en cuanto a sus nece-

sidades espirituales, nunca fue olvidada por lo alto, pues innu-
merables médicos del espíritu pasaron por la Tierra dejándonos 
sublimes y saludables rutas para la cura definitiva de su huma-
nidad. Cada pueblo de vuestro orbe, de conformidad con sus cos-
tumbres, características psicológicas y religiosas, recibió de su 
guía espiritual el programa cierto y elevado para que pudiera cu-
rarse de sus enfermedades psíquicas, aunque su cuerpo físico per-
maneciese enfermo debido a los desatinos kármicos del pretérito.

Buda en asia, Hermes Trimegisto en el egipto, Confucio en 

la China, Zoroastro en la Persia, Krishna y Rama en la india 
y Jesús en la Judea, además de otros líderes religiosos y tera-
peutas del Espíritu, enseñaron con devoto cariño cuáles son los 
verdaderos medicamentos para conseguir la curación del alma. 
ellos pregonaron las virtudes espirituales en todos los climas 
geográficos del orbe, y lo hicieron de manera sublime y entendi-
ble para todas las criaturas. explicaron que mientras los peca-
dos hacen mal al espíritu y lo llevan al infierno, las virtudes lo 
benefician y lo conducen al cielo. la precariedad de la época en 
que actuaron en vuestro mundo, no les permitió transmitir sus 
conocimientos en lenguaje técnico y científico, como los podéis 
entender actualmente ante el progreso mental del hombre.

Pero es evidente que en vista de vuestro progreso actual, 

podéis aquilatar ya la virtud como un proceso científico y pro-
filáctico que diafaniza el periespíritu, mientras el pecado lo 
ensombrece e intoxica debido a la producción de venenos psí-
quicos que después deberán ser expelidos en los charcos astra-
les o a través del cuerpo carnal debilitado y enfermo, mediante 
cruciales sufrimientos. en cuanto los pecados de la gula, el celo, 
la lujuria, la avaricia, el orgullo, la vanidad, el egoísmo, la cruel-
dad, la maledicencia o la hipocresía producen fluidos tóxicos y 
lesivos a la delicadeza de la vestimenta periespiritual, el espíritu 
adquiere la salud cuando se habitúa a la práctica de la bondad, 

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