Fisiología del Alma 

los trogloditas comían sin escrúpulos los fragmentos de la car-
ne, impregnados de los detritus del suelo; hoy, no obstante, usáis 
platos, cubiertos y laváis el alimento. Ciertamente, alegaréis que 
ahora existe un sentido estético progresista y que tenéis com-
prensión de la higiene humana; pero no concordáis, ahora, que 
ese mismo sentido estético debe pedir ya la eliminación de la 
carne, de vuestras mesas originarias de enfermedades!

Cuando el hombre se valía de la ingestión de las vísceras de 

los animales para poder sobrevivir en el medio rudo y agresivo 
de la materia, su alma era compatible con la rudeza del am-
biente inhóspito, pero actualmente, el espíritu humano alcan-
zó nociones morales tan elevadas, que deben armonizarse con 
una nutrición más estética. ¡no se justifica que después de su 
verticalización de la forma hirsuta de la edad de piedra, prosi-
ga nutriéndose tan sanguinariamente como la hiena, el lobo, la 
zorra o las aves de rapiña! Además de brutal y detestable para 
aquellos que desean libertarse de los planos inferiores, la carne 
es un continuo foco de infección para la contextura magnética 
delicada del cuerpo etéreo-astral del hombre.

PREGUNTA: – ¿Qué opináis, entonces, de aquellos que son 

opuestos a la ingestión de la carne de puerco y que la consi-
deran realmente enfermiza y repugnante, debido a la forma 
nauseabunda en que son engordados en los chiqueros?

RaMaTÍS: – aunque esa aversión particular por la carne 

de puerco sea un paso a favor de la salud astrofísica, no por ello 
desaparecen otros nefastos procesos nutritivos que prefieren, 
que contrarrestan su primera disposición. los mórbidos cuida-
dos técnicos y las exigencias científicas continúan en otros sec-
tores donde se procura el bien exclusivo del hombre y el máxi-
mo sacrificio para el animal. aquí, mórbidos industriales crían 
millones de gansos bajo régimen específico, desarrollándoles el 
hígado de tal modo que las aves se arrastran por el suelo en ma-
cabros movimientos claudicantes, con el fin de que la industria 
del “paté foie gras” obtenga más rica sustancia para el enlatado 
moderno; allí, humildes peritos baten apresuradamente la san-
gre del buey, para transformarla en tétricos chorizos de sustan-
cia animal coagulada; allá, se aprovechan los órganos secretores 

29