Ramatís

para ajustar al protegido rebelde a las inspiraciones superiores?

RaMaTÍS: – naturalmente, estamos presumiendo un tipo 

psicológico, para nuestro ejemplo, de cuyo sufrimiento podáis 
sacar ilaciones provechosas para otros casos semejantes o de 
la misma índole espiritual. no obstante, ese tipo es mucho más 
común de lo que os imagináis, y muy cobarde ante las pruebas 
rectificadoras del espíritu.

aunque puedan variar inmensamente los recursos y los 

métodos empleados por los guías de acuerdo con las reaccio-
nes psicológicas de cada individuo en prueba, la enfermedad 
es siempre la más valiosa intervención correctiva para lograr 
cohibir el abuso de los encarnados que se imaginan “dueños del 
mundo” y pretenden vivir por completo desligados de cualquier 
compromiso u obligación para con sus amigos y mentores que 
los acompañan desde el mundo invisible.

el cuerpo físico es el banco escolar en donde el alma se 

sienta para aprender el alfabeto espiritual y proceder a su ne-
cesaria renovación interior. en el caso de que ese alumno des-
precie las oportunidades del aprendizaje espiritual y prefiera 
entregarse al comando de las pasiones animales, es muy común 
la enfermedad como un efecto doloroso de las vidas pasadas, 
pudiendo suceder también la intervención disciplinadora de lo 
alto, si ello fuera necesario.

Para nuestro ejemplo anterior, hemos aprovechado el tipo 

del hombre irascible, violento e intolerable, que abusa de su or-
ganización carnal privilegiada, sobre aquellos menos agraciados 
por su cuerpo o por ser sus subalternos, y cuya ostensividad noci-
va sólo podrá ser corregida cuando se vea echado en el lecho del 
dolor y víctima de prolongada enfermedad. Posteriormente, fláci-
do de carnes, impotente y encadenado a un cuerpo débil, reduci-
do á guiñapos sobre un colchón incómodo, ha de sentir la amarga 
humillación de su fragilidad humana. Pierde de peso alarmante-
mente, se demacra de ojos fulgurantes, sus labios crispados están 
amortecidos y exangües; la respiración ruidosa e imponente es 
sustituida por un débil hilo de aire que fluye con dificultad por 
la boca entreabierta. los acostumbrados gritos estentóreos se 
transforman, ahora, en breves susurros para pedir el té y los me-
dicamentos. ¡Sin el amparo de la musculatura vigorosa, se verá 

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