Fisiología del Alma 

RaMaTÍS: – de cualquier condición de la vida humana, 

resultan siempre beneficios para vuestro espíritu! no hay retro-
ceso del grado ya consolidado por el espíritu en su trayectoria 
evolutiva. lo que puede suceder, es que sobrevenga su estanca-
miento por obstinación o rebeldía, si se deja dominar por sen-
timientos de odio, de orgullo o de crueldad, en lugar de incli-
narse al perdón fraterno a aquéllos que lo hostilizan. Por muy 
criminal o indigno que haya sido el espíritu mientras estuvo 
encarnado, en última hipótesis, ha de retornar él al plano que le 
es común en el mundo astral, con las cualidades con que partió 
de allí al reencarnar.

el espíritu solamente podrá revelarse en la materia exacta-

mente dé conformidad con lo que ya consolidó conscienzalmen-
te. Podrá ser mejor, pero nunca peor. al hallarse reencarnado, 
ha de manifestar aquello que ya poseía potencialmente en su 
intimidad, como naturaleza exacta de su grado espiritual; pero 
nunca inferior a la que ya había alcanzado en su escala sideral. 
no obstante, bajo cualquier hipótesis, el espíritu sale siempre 
beneficiado de la vida física, aunque sea de naturaleza rebelde o 
mala, pues cada encarnación termina por dejar siempre en él su 
marca correctiva en su contextura espiritual.

PREGUNTA: – En el caso de que el espíritu se reencarne 

como idiota o retardado mental, ¿cómo podrá beneficiarse en 
esa encarnación?

RaMaTÍS: – el cuerpo de un idiota o de un imbécil, que 

en realidad es el efecto de las propias condiciones enfermas de 
su espíritu, funciona como una cárcel provisional, capaz de re-
primir y disciplinar los impulsos peligrosos que descontrolaron 
el periespíritu en el pasado, cuando se dejó dominar por las pa-
siones violentas. Ese espíritu, a semejanza de un caballo salvaje, 
arrastró a su jinete a los mayores desatinos y desequilibrios en 
sus relaciones con el medio físico y con los seres. así, en el caso 
del idiota o del retardado mental, se podría decir que el peries-
píritu, excesivamente desenfrenado por las fuerzas del instinto 
inferior, se queda completamente reprimido por la carne, reajus-
tando sus desatinados impulsos.

Cuando, por culpa del alma, el periespíritu se sobreexcita 

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