Ramatís
millación y las decepciones afligen vuestros espíritus a través de
la carne sufridora, es una realidad que ello promueve la quema
imponderable de la materia viscosa y perniciosa que aun está
adherida al espíritu, como producto generado por el psiquismo
descuidado. el sufrimiento acerbo es como el fuego purificador
que quema los residuos kármicos del periespíritu. ¡Muchos es-
píritus que inmediatamente a su desencarnación caen especí-
ficamente en los charcos de la purgación astral inferior, llegan
muchas veces a convencerse de que están envueltos por las lla-
mas abrasadoras del infierno! Ante la naturaleza absorbente y
cáustica de los fluidos de esos charcos, éstos funcionan como
implacables desintegradores de las miasmas viscosas y deleté-
reas incrustadas en la vestimenta periespiritual.
desde muy temprano, el espíritu del hombre se halla con-
dicionado gradualmente para el sufrimiento, que va purgando
las impurezas de su periespíritu, siendo a eso a lo que la tradi-
ción oriental llama “quemar” el Karma, esto es, pagar uno o más
préstamos de una deuda que contrajo.
Cuando el espíritu se resigna a la acción kármica rectifica-
dora, se ajusta a la ley, y ésta desarrolla su voluntad y orienta
su sentimiento para el logro de su futura configuración angélica.
es como acontece al ninõ que, bajo la orientación de los adultos,
y adquiriendo confianza en sus piernas, se levanta y camina para
explorar mejor el mundo que lo rodea. el mismo Jesús, cuando
curaba a los enfermos, les recomendaba que quemasen el karma,
diciéndoles: “no peques más, para que no te suceda algo peor”.
Y lo decía así, porque, mientras los pecados “engendran” más
Karma doloroso para el futuro, las virtudes lo queman, porque
liberan al alma del yugo de la materia y evitan que ella cometa
nuevos desatinos. la recomendación de que el alma debe sus-
tituir continuamente lo que es pésimo por lo que es bueno, lo
falso por lo que es verdadero, o la violencia por la paz, tiene
por principal objetivo modificar kármicamente el tenor futuro
de vuestra vida, como procede el hombre prudente y cuidadoso
en su juventud, para disfrutar de una vejez saludable y tranquila.
PREGUNTA: – ¿Pero no pueden existir situaciones en la
vida humana, que nos impidan reducir el fardo kármico?
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